Resistencia popular a los nuevos proyectos helvéticos
El derecho indiscriminado para decidir la instalación de nuevas centrales nucleares, de que goza actualmente el Gobierno helvético, está siendo cuestionado por una iniciativa popular que no se opone completamente a la construcción de estas centrales, sino que pide se reglamente o limite la capacidad de decisión del Gobierno en esta materia.En efecto, una iniciativa popular que desembocará próximamente en un referéndum propone someter a votación ciertas medidas que permitan a la población pronunciarse a influir en forma determinante sobre este polémico tema.
En concreto, la iniciativa, que intenta un cierto número de modificaciones sustanciales a la actual ley, pide que sea la Asamblea Federal (Parlamento helvético) el que otorgue la «concesión» para la construcción e instalación de centrales nucleares, pero previa aprobación de los electores de cada uno de los cantones que se encuentran hasta treinta kilómetros de distancia del sitio donde se ha programado la instalación de la central nuclear.
Asimismo, se propone el establecimiento de una «responsabilidad causal ilimitada por todo daño que pueda ocasionar la central», ya sea por accidentes que provengan de su naturaleza atómica, por los combustibles nucleares que deben utilizarse o por desperdicios radiactivos. En los tres casos mencionados, de los cuales el primero es el más amplio e impreciso en cuanto a riesgos, la responsabilidad que debe asumir el Gobierno -se propone- no prescribirá hasta un plazo de noventa años. En otras palabras, si un ciudadano sufre de una afección en cualquier momento de su vida y los médicos ubican el origen del mal en algunos de los daños que puede causar a la salud de un ser humano el funcionamiento cercano de una central nuclear, aunque esto haya ocurrido en la niñez del individuo, el Gobierno deberá asumir todas las responsabilidades relativas a una justa indemnización. El Gobierno, que anunció que no opondrá un contraproyecto a la iniciativa popular, pidió a la ciudadanía que rechace simplemente con su voto las proposiciones que plantea la iniciativa.
La grave dependencia del petróleo
Según estadísticas oficiales, entre 1950 y 1970 el consumo de energía se ha triplicado en Suiza, lo que hace depender a este país, cada vez más, de la importación del petróleo. En 1950, dice una publicación, el volumen de consumo de petróleo y sus derivados, en los hogares helvéticos, no llegaba al 25 mientras que en 1971 esta tasa se elevó al 80 %, al quedar de lado el carbón, que en 1950 suministraba más del 42 % de la energía que se consumía en esa fecha.Hoy día se hace indispensable una seria disminución de la cuota de petróleo, diversificando las fuentes energéticas de origen exterior, por razones de independencia económica y soberanía, a la vez que creando fuentes propias.
Al respecto, las autoridades encargadas de determinar una política global de energía -según un diario helvético-, estiman que la actual cuota de petróleo (76 %) debe disminuir hasta llegar a un 68 % en 1985.
En cuanto a la electricidad, se sostiene que sus «equipamientos de producción» se estabilizaron desde que entró en actividad la tercera central nuclear, en 1972.
Según el experto suizo Alfred Roulet, en una publicación del diario Tribune de Geneve, constata que «la comisión federal que está encargada de definir una nueva política energética estima que nuestro consumo global se orienta hacia una progresión anual media que alcanza al 2,5 %». Cierto reflexiona Roulet en su informe que estamos lejos del cinco o 7% de los «años locos», después de la crisis de 1973, pero todavía es mucho indicando que a este ritmo será necesario delicar el abasto energético en menos de treinta años.
Manifestaciones sin precedentes
La Suiza alemana fue escenario en el mes de julio de una de las más grandes manifestaciones públicas que se han realizado en este país. Miles de manifestantes intentaron obstaculizar la entrada a los trabajadores de la central de Goesgen, en construcción por esos mismos días. En el interior de un vehículo fue localizada una radioemisora clandestina que lanzaba proclamas antinucleares.La presencia en las manifestaciones de conocidos elementos de extrema izquierda ha permitido al Gobierno helvético sostener que el problema no se está analizando con la debida seriedad, «por la infiltración política». Por su parte, los ecologistas argumentan que no sería democrático interrogar a cada manifestante sobre su ideología política; pero cualquiera que ella sea -dicen- se trata de una lucha común que salvará al ser humano y a su principal riqueza: la naturaleza.
En agosto, 10.000 manifestantes reclamaron, ante el palacio del Gobierno Federal, en Berna, una moratoria de cuatro años para las construcciones nucleares en curso (tres centrales). El siguiente fin de semana, varios miles de personas se reunieron en los campos contiguos a las obras de la central de Graben, sobre el río Aar, cantón de Berna. El 23, de agosto se dirigió al Gobierno una petición de moratoria firmada por 91.000 ciudadanos suizos. Finalmente, y pese a la oposición de las empresas eléctricas, de parte oficial se ha introducido en el proyecto de nueva ley nuclear una cláusula llamada «de necesidad», que exige a las empresas promotoras la demostración ineludible de que la nueva central responde al interés nacional, antes de conseguir la autorización; también se verán obligados los solicitantes a aceptar la responsabilidad de la eliminación de los desechos radiactivos, aunque en esta misión se verán ayudados por el Gobierno.
La contestación antinuclear en Suiza, sin embargo, viene de años anteriores. En abril de 1974, el lugar designado para albergar la central de Kaiseraugst, cerca de Basilea, fue ocupado por 15.000 manifestantes, no exclusivamente suizos (había alemanes y franceses) y no se recuperó definitivamente el terreno hasta dos meses después, cuando las autoridades cantonales aceptaron la solicitud de retirar las autorizaciones de construcción en tanto no se modificaran las leyes de entonces y no quedaran despejadas cierto número de incógnitas acerca del funcionamiento y los residuos, de las centrales. En aquella ocasión, la protesta de Kaiseraugst se vio ayudada, casi simultáneamente, por las de Whyl (orilla alemana del Rin) y las de Markolsheim (orilla francesa del Rin). En este momento se mantienen paralizadas las acciones en todos estos casos.
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