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Diez mil empresarios critican la política económica del Gobierno

Entre ruidosas muestras de disconformidad, el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Carlos Ferrer Salat, pidió ayer a los cerca de 10.000 empresarios catalanes reunidos en él Palau Blau Grana, de Barcelona, que perseveraran en el esfuerzo, como en etapas anteriores, para salvar al país de la grave crisis económica en que está sumido. «Está en juego -dijo el señor Ferrer- España, la empresa y nuestro propio futuro individual.»

La intervención del presidente de la CEOE, que cerraba la primer, concentración empresarial que con, tal magnitud se celebra en España, contrastó notablemente con el tono empleado por diversos empresarios, representantes de distintos sectores de la economía catalana, más agresivo y en ocasiones incluso amenazante. El señor Ferrer Salat estuvo cauteloso y comedido, poniendo el mayor énfasis de su intervención en alabar la labor de los pequeños y medianos empresarios, para los que -obviamente- la CEOE parece destinar el mayor acopio propagandístico de la convocatoria.A lo largo de la concentración, convocada por Fomento del Trabajo Nacional -patronal catalana que data de 1771 -, los empresarios se mostraron especialmente sensibles a las alusiones a los gravámenes de la Seguridad Social, al control del crédito, productividad y representación y acción sindical en la empresa. El entusiasmo mayor se percibió con ocasión de las peticiones de libertad de despido y amnistía fiscal -ovacionadas, unánimemente-, siendo razonada esta última en base a la política de borrón y cuenta nueva que el Gobierno está aplicando en otras parcelas de la actividad nacional. También se aludió reiteradamente al tema de la Seguridad Social, llegando a señalar un empresario, ponente que, en un contexto de economía libre de mercado, no era posible admitir la existencia de una medicina socializada, tal y como pretendía institucionalizar el actual sistema de Seguridad Social.

Los empresarios también acusaron al Gobierno Suárez de haber suscrito un pacto con los partidos políticos que suponía, de hecho, la muerte de la empresa, «única generadora de riqueza y bienestar». Según los empresarios, una desaparición de la libre empresa trae consigo un régimen de esclavitud para la sociedad.

Algunos de los ponentes reiteraron rotundamente la vocación europea de España, por lo que solicitaban del Gobierno y los partidos políticos que decían tener el mismo criterio que se arbitrara un ordenamiento fiscal, social y económico acorde con la realidad actual de los países de la Comunidad Económica Europea, en cuyo seno deseaba España integrarse mayoritariamente, propósito ton el que se identificaban los empresarios. Aunque ninguno de los oradores se mostró partidario de ningún tipo de extremismo, ninguno de ellos descartó la posibilidad de llevar a cabo acciones de fuerza, en el caso de que se hubieran agotado estérilmente las vías precedentes.

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