El presagio griego
EL RESULTADO de las elecciones parlamentarias griegas ha confirmado las cualidades políticas de Constantino Caramanlis que, con la adecuada esgrima de criterios de oportunidad, adelantó un año la convocatoria de los comicios para así ganarlos. Con su victoria se asegura desde el poder el tratamiento, durante el próximo año, de los grandes problemas interiores y exteriores de la política griega, Chipre, el Mercado Común, el otanismo griego y la garantía de que Occidente no va a dejar de pilotar la frágil economía griega.Un año de demora en la convocatoria de las elecciones -a tenor de los resultados alcanzados por los socialistas de Papandreu que han doblado los votos logrados por su partido en 1974- hubiera supuesto para Caramanlis la certeza de tener que abordar esos grandes problemas desde un Gobierno de coalición con los hombres de Papandreu que, hoy por hoy, aventan el socialismo menos conformista de todo el Mediterráneo europeo. Esta eventualidad podría, sin duda, haber escindido a los griegos en dos peligrosas mitades y Caramanlis se ha adelantado a ella. Los centristas de Georges Mavros jugarán el papel de un comodín no molesto, ya que su tercer puesto en el ranking electoral les asegura alguna cartera y otras contrapartidas apetitosas a cambio de su fidelidad a la derecha moderada que va a continuar gobernando en Grecia.
Sin embargo, las elecciones no sólo han confirmado estos aspectos, alrededor de los que existe el consenso generalizado de casi todos los. analistas políticos. Los resultados electorales helenos evidencian un fenómeno que comienza ahora a despuntar pero que, sin duda, se va a convertir en uno de los inmediatos quebraderos de cabeza para los poderes occidentales, en concreto para Estados Unidos, y, sobre todo, para los socialismos europeos. El hecho de que la corriente electoral en Grecia haya doblado la adhesión al socialismo de Papandreu -en líneas generales antiamericanista, nacionalista, partidario de la neutralización del Mediterráneo- significa que el mimetismo que la política de Washington suscita en las filas de los socialismos hegemónicos europeos, la Socialdemocracia alemana, comienza a encontrar hondas grietas en una zona geostratégica de la importancia de Grecia, llave de los Dardanelos con Turquía y excelente plataforma de observación no sólo del norte de Africa, sino también del Próximo Oriente.
Por si fuera poco, los resultados de los comicios griegos auguran la agudización de las contradicciones en el seno de la Internacional Socialista, ante la cual el cartel del ausente Papandreu no resulta lo que se dice especialmente brillante, ante todo para Helmut Schmidt, que con certeza ve en el carismático líder ateniense un peligroso ejemplo del socialismo que hoy no conviene, a nadie imitar, menos aún en la controvertida área mediterránea.
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