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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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La traición de Rita Haywoorth

Joaquín Soler Serrano sacó el otro día por la tele a Manuel Puig, autor argentino de La traición de Rita Haywoorth. Por cierto que Joaquín pronunció así, Puig, en lugar de Puch, cosa rara en él, que ha vivido y vive tanto en la Generalitat esa de la cosa.La traición de Rita Haywoorth es la traición del cine, que nos encandila en la pubertad y luego nos abandona, nos deja ver su mentira. Pero el cine no deja de traicionarnos cuando dejamos de ir al cine, y ahora resulta que, cuando don Pío Cabanillas, ministro de la cosa, dice que en lugar de cuatro películas extranjeras (americanas) por película española, los exhibidores sólo tendrán derecho a dos, éstos montan en cólera, se ponen levantiscos y tarascas y alguno hasta parece que ha dicho que él no cumplirá el decreto aunque salga en el Boletín Oficial. La traición de Rita Haywoorth.

Estaba yo una vez comiendo con Fraga, antes de las elecciones, que en esto me adelanté a Carrillo -que yo soy más eurocomunista que nadie-, y se nos acercó el señor Guerrero, hermano del maestro Guerrero y propietario del Coliseum:

-Querido Fraga, dele usted recuerdos a don Carlos Arias y dígale que yo voy a votarle y estaré siempre con él.

Espero que no todos los exhibidores o propietarlos de cines sean tan carlistas como este amigo de Carlos Arias. De don Carlos Arias cuenta Areilza en su reciente libro que tiene una rara memoria para los agravios y que se le oscurece la mirada cuando habla de esas cosas. A lo mejor ahora algunos exhibidores van a ver a Arias a Aravaca y le traen otra vez a gobernar a Madrid, como trajeron a Wamba de entre sus ovejas, para que les arregle lo de los cines. Forges recuerda en sus entrañables Forrenta años de cuando nos hicimos aliadófilos, porque Hitler iba de lado, y empezó a llegarnos cine de Hollywood, todo lleno de comedias de divorcio, con lo que los críticos cinematográficos del Imperio tenían buen cuidado, por salvar las esencias, de explicar en sus críticas que «se trataba de conflictos venturosamente ajenos a la sociedad española y la sólida institución de la familia».

Ay, si yo diese nombres, que uno se ha pasado la infancia leyendo críticas de cine, ya que no tenía dinero para ir a la peli. Bueno, pues algunos exhibidores madrileños, defendiéndose contra la promoción del cine nacional que hace Cabanillas, dicen que la producción'española no da para llenar el cupo -cosa que a ellos no les incumbe-, y añaden que el cine español actual es muy pornográfico y que ellos se niegan a dar pornografía. Ya decía tío Oscar que varias razones convencen menos que una sola, y los exhibidores -y a veces distribuidores- madríleños nos dan demasiadas razones como para que podamos creerles. Nos conmovería su pudenda defensa de la moral del espectador si no supiéramos que detrás del exhibidor con traje de Celso García ruge el león multinacional de la Metro. Porque realmente se trata del león multinacional de la Metro con chaqueta tweed de Celso García.

Y no sólo la Metro, claro, sino todas las grandes multinacionales del cine yanqui, que pese a ser un cine muerto ya y aburrido, lleno de tiburones, exorcistas, tentáculos y profecías, no se resigna a perder los mercados ribereños y tercermundistas de un personal de sábado sabadete que iba a la Gran Vía para lucir el abrigo de piel a plazos. Porque resulta que las cinematografías ribereñas y tercermundistas están despertando a un dios desconocido, están enfrentando sus tigres de papel al león multinacíonal de la Metro, están luchando, furtivos y espíritus de colmena, al son de canciones para después de una guerra, contra esa colonización de los sueños que es la industria de Hollywood. Y resulta asimismo -y otro sí, si hiciera falta-, que al personal le van interesando más los problemas y las caras de su entorno que esos lejanos y convencionales conflictos de la democracia americana enfrentada a un tiburón de plástico de la KGB, porque el cine español empieza ya a ser espejo de España, aunque en la sede de Fuerza Nueva siguen proyectando Botón de ancla. ¿Comprenden ahora cuál es la traición de Rita Haywoorth? La traición de Carter.

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