Los ciudadanos, olvidados
En la sección «Cartas al Director». del día 26 de octubre leo y me entristezco una carta en relación con la supresión de una línea de autobuses de la EMT, concretamente la número 15.Estoy de acuerdo con su firmante, Juan Rozas, en lamentame del trastorno que a sus usuarios pueda ocasionar. Sin embargo su último párrafo rne llena de tristeza, no por él en sí mismo sino por la cantidad de veces que en términos similares lo he visto escrito.
«Todo esto plantea una vez más, la necesidad absoluta que tenernos los habitantes de las ciudades españolas de combatir este tipo de ayuntamientos que nos ignoran, a pesar de vivir a nuestra costa y sustituirlos por entidades autenticamente representativas de los ciudadarlos.»
Mi querido señor Rozas y tantos otros ¿no estaremos pidiendo demasiado a la recién nacida democracia?
No es usted solo quien sueña despierto con ese advenimiento definitivo de entidades representativas. Muchos y me cuento entre ellos, soñanos igual. Pero, ¡atención! no mitifiquemos la democracia, no la creamos panacea para todos nuestros problemas grandes o chicos, no exijamos una relación causa efecto entre su implantación y la transformación de este Infierno (o por lo menos purgatorio) en un paraíso. Cuanto más ldealicemos la dernocracia, rnás fácil será su ataque, pues las imperfecciones, inherentes al ser humano, jugarán a favor de sus detractores.
Creo que la participación en la solución de nuestros problemas
la democracia es un camino que se hace al andar, y que ese camino está lleno de guijarros, obstáculos espinas, entre las que tenemos que buscar las rosas, delicadas y fragantes, del acuerdo, el consenso, el punto medio, que satisface a muchos aunque duela a otros. No soñemos que es una autopista, en la que se puede circular a gran velocidad, pues corremos el riesgo de atropellar a alguien en nuestra loca carrera.
Aun cuando se haya consolidado y su práctica sea un hábito común, habrá soluciones a problemas que hagan dudar de su existencia. Lo he leído últimamente muchas veces y no puedo recordar de quién es aquello de que la democracia es el peor sistema de Gobierno, quitados todos los demás.
Señor Rozas, y, tantos otros, ¿por qué no vamos todos juntos en busca de esas rosas, quitando dramatismo al pinchazo de alguna espina?
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