Despido libre
Que la mayoría de las empresas españolas están en dificilísima situación y al borde de la quiebra es un hecho.Que si queremos consolidar la democracia, sanear la economía, integrarnos en Europa, etcétera, es preciso salvar a la empresa, es también otro hecho.
Que salvar a la empresa en estos momentos es tarea arduo difícil y requiere medidas extremas, también es un hecho.
¿Cómo salvar, entonces, a la empresa?
En mi opinión, lo primero que habría que permitir a los empresarios sería la regulación de plantilla, el despido libre justificado.
¿Y por qué considero que ésta debe de ser la primera medida a tomar?
Porque con ella se solucionarían o paliarían otros graves problemas que actualmente atenazan a la empresa. Entre otros:
Se disminuirían sensiblemente los gastos de la empresa, al librarse de cargas innecesarias, con lo que mejoraría su precaria situación financiera.
Se daría un duro golpe al absentismo injustificado, verdadero carcoma de la empresa y de la sociedad, y se podrían recuperar millones de pesetas de medicamentos inútiles e innecesarios que solamente pretenden justificar la «enfermedad» laboral y destinarlos a un eficaz seguro de desempleo.
Se aumentaría la productividad de la empresa, tan necesaria para poder atender las justas peticiones de aumentos salariales que mitiguen la creciente inflación.
Se restablecería la autoridad en la empresa -imprescindible- y los mandos de la misma recobrarían su verdadero papel.
Se podría dar trabajo, y con ello mitigar el paro, en muchas empresas que -aunque fuese temporalmente- necesitan personal, pero que se niegan a admitirlo porque luego necesariamente tienen que continuar con él.
Con la regulación de plantilla o despido libre justificado se pondrían al descubierto los zánganos que, a todos los niveles, existen, en la empresa; se lucharía contra la corrupción al no tener que demostrar hechos evidentes, pero sin testigos; se podría incluso perfeccionar el seguro de desempleo al permitir conocer, que en él y en gran parte están «los de siempre» y, en consecuencia, arbitrar medidas convenientes; en una palabra, se liberalizarían las relaciones patrono-obrero y tendrían cada una de estas partes que responsabilizarse ante la sociedad de su gestión y trabajo.
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