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Inquietud y pesimismo de los empresarios ante las perspectivas económicas

Una tónica de pesimismo, casi podría decirse que de catastrofismo, es la que ha imperado a lo largo de las dos sesiones que sobre la situación económica, financiera y laboral de la empresa española se han celebrado en Madrid organizadas por la APD (Asociación para el Progreso de la Dirección), y a la que han asistido cualificados representantes del mundo empresarial español.

Posiblemente en la sesión última el pesimismo, en algunos casos corrosivo, se concretó más, ya que la presencia de representantes del sector del automóvil, siderurgia y químico, así como del presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), dieron un aire ciertamente dramático a las perspectivas sobre la situación económica.Con variación de matices -unos ven luz al final del túnel y otros no la ven-, los empresarios vinieron a decir que de ésta no salen, y que la falta de una clarificación en el horizonte político- económico imposibilita una acción eficaz por parte de la empresa.

Juan Miguel Antoñanzas dibujó una situación del sector automovilístico bastante oscura, aunque fue de los que apostaron por la luz al final del túnel. Para el presidente de la SEAT todo se vuelve en la actualidad contra su sector: hay pocas carreteras, existe una presión fiscal muy elevada, los altos precios de la gasolina están subvencionando otros combustibles, como el fuel o el gas-oil, y unos precios que han crecido a un ritmo bastante inferior al de la inflación.

El pesimismo del señor Antoñanzas se reflejó al señalar que la pérdida de ritmo en las ventas del sector es importante, y que la tendencia al estancamiento es fuerte y motivada, en buena parte, por las restricciones financieras.

Tras pedir una política realista para la industria del automóvil, que nunca ha existido, el presidente de la SEAT solicitó una política realista de precios, una política energética menos discriminatoria contra el automóvil, una política fiscal más suave, apoyo financiero a la pequeña y mediana empresa, cuya situación puede hacer peligrar a la industria automovilística, y una estrategia en torno a la liberalización del comercio exterior.

Para Luis Guereca, director general de Unesid, si el sector del automóvil tiene perspectivas optimistas, con el siderúrgico no ocurre lo mismo. Tras exponer una situación realmente mala para el sector del acero, su representante señaló que los objetivos económicos y sociales que el país necesita sólo pueden conseguirse con una reanudación del desarrollo económico.

Tras aludir a la falta de paz laboral, a la pérdida de autoridad en la empresa y a la nula confianza del empresario, que le impide invertir, el señor Guereca puso de relieve que en una situación como la existente no puede continuarse con ,políticas económicas tímidas o de excesivo compromiso, ya que está tocando la hora de emprender actuaciones que podrían calificarse como de salvación nacional.

Mostró su preocupación por la necesidad de exportar, aunque para ello es necesario incrementar la productividad.

Por el sector químico intervino el director general de ERT, quien se mostró especialmente duro contra la actual situación y la política económica que se realiza en este país.

Manifestó que el índice de aumento de precios del sector químico fue durante el pasado año el más bajo de toda la industria, y que dado el aumento de precios de las materias primas que requiere la industria química, el circulante exigible es cada vez más elevado.

Anunció que el programa económico que el Gobierno tiene proyectado poner en marcha originará un importante descenso en la demanda que hará necesaria una caída del ritmo de producción. Puso de relieve la necesidad de dejar en libertad los precios del sector, y que el impedimento que las multinacionales tenían de invertir en España se debía a la falta de seriedad laboral existente y a la poca seriedad en otros niveles.

Por último, fue Carlos Ferrer, presidente de la CEOE, el que trazó una dura crítica sobre la situación de hoy. «El momento actual para las empresas españolas puede calificarse objetivamente de gravísimo. Nos hallamos, sin duda alguna, ante una situación límite.»

Sobre la situación laboral nos encontramos -según el señor Ferrer- con una legislación muy alejada de la europea y propia del régimen autoritario anterior. La actual rigidez de plantillas es, sin duda, una de las causas más graves que atenaza la economía española, que frena las inversiones de una manera radical y que genera en forma muy importante la actual baja de productividad que nos sitúa, sin duda, entre las más bajas de Europa.

Tras afirmar que si se pretende realizar violentamente la reforma fiscal en unos pocos meses podría producirse un nuevo fracaso, dijo que el proyecto del. Gobierno contiene sanciones e imposiciones que ningún país aplica. «Este proyecto va a representar, por su contenido, un freno importante a la inversión.»

Tuvo palabras, al igual que el resto de los participantes, para el mundo laboral. Sobre él señaló que el progresivo deterioro del orden laboral incide negativamente en las empresas españolas.

Entre las reivindicaciones del presidente de la CEOE apuntamos: la regulación de la huelga; gobernar con decisión; moderarlas rentas salariales de forma efectiva, aunque dijo que los empresarios no creen en esa posibilidad; flexibilidad de plantillas, paralización de la actual política monetaria, y un seguro de desempleo perfeccionado, evitando los actuales abusos que con él se llevan a cabo.

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