A favor de la huelga del silencio

Me dirijo a usted con el fin de hacer patente, públicamente, mi total disconformidad con el contenido de la nota conjunta elaborada por un grupo de directores de diarios madrileños y difundida a través del «Telediario» de las tres de la tarde del viernes 23 de septiembre. Considero que, dada la magnitud y el significado del suceso que ha provocado el paro de toda la prensa madrileña el citado día, paro que dichos señores califican de antidemocrático y atentatorio contra los derechos de los lectores, el perjuico ocasionado a estos (entre los que me cuento) por la falta de noticias, es mínimo o nulo, y creo ridículo invocar a la democracia para censurar una postura cívica ejemplar, aleccionadora, y difícilmente más justificada. Comprendo y lamento el perjuicio económico sufrido por las empresas periodísticas como consecuencia de dicho paro. Pero, por favor, que no se pretenda enmascarar lo que son puros intereses materiales invocando motivaciones más altas e idealistas de su actitud, de la que me siento avergonzada e insolidaria, a pesar de haberme visto hoy privada, teniendolo previamente pagado, del periódico al que estoy suscrita, como tantos miles de suscriptores de Madrid y provincias, entre los cuales deseo creer no se ha producido una sola queja por tal motivo. Opino que disponiendo como dispone la prensa de tanto poder de audiencia, su papel más digno y noble es luchar, incluso con su silencio, en apoyo de todo lo que significa auténtica libertad y democracia, y desenmascarar sin miedo a los que atentan contra ella hasta conseguir que no vuelvan a repetirse hechos como el que condena en estos mornentos toda persona bien nacida.