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Ruiz-Giménez, por un Gobierno de auténtica solidaridad nacional

«Sólo un Gobierno de auténtica solidaridad nacional podría gozar de la autoridad política necesaria para superar con rapidez y eficacia los obstáculos que hoy entorpecen el proceso de consolidación de la democracia», escribe Joaquín Ruiz-Giménez en un largo artículo titulado «Meditación sobre España», que publica el último número de Cuadernos para el Diálogo, en el que el hasta hace unos días presidente de Izquierda Democrática y uno de los grandes perdedores de las pasadas elecciones generales, propone una serie de soluciones a corto plazo para salir del impasse político en el que, a su juicio, se halla inmerso el país.

Ruiz-Giménez opina en suartículo que ese Gobierno de coalición debería construirse por un plazo «concreto de seis meses y previa consulta por el Rey a los líderes de todos los partidos políticos y organizaciones sindicales, así como a los presidentes de los organismos estatutarios de las regiones que ya los tengan constituidos. Apunta asimismo, la conveniencia de que ese Gobierno estuviese presidido por Adolfo Suárez y compuesto mayoritariamente por UCD y PSOE, en su calidad de triunfadores en las eleccioness del pasado día 15 de junio, pero con participación, equitativa de los demás partidos que tienen representación en el Parlamento, así como un delegado de las comunidades con estatuto provisional de autonomía.El presidente de la desaparecida coalición electoral Federación de la Democracia Cristiana propone también, como alternativa, que en el supuesto de que prevalezca el criterio de persisitir con un Gobierno minoritario se logre un acuerdo parlamentario entre todos los partidos presentes en las Cortes y el Gobierno para la aprobación sin tardanza, de una serie de medidas en las que Ruiz-Giménez basa la consolidación de la democracia y que resume bajo el epígrafe de «Proyectos para hacer en seis meses: culminación del proceso de reconciliación nacional».

Tales medidas son amnistía para los delitos políticos y laborales hasta lograr la cota de globalidad, legalización de los grupos políticos y sindicales aún sin reconocer, restitución de todos los derechos confiscados o abolidos por la aplicación de normas represivas desde la guerra civil; restablecimiento provisional inmediato de los estatutos de autonomía de Cataluña, País Vasco y Galicia; aprobación de un plan provisional urgente de medidas fiscates y de reconversión económica; seguro de desempleo efectivo para todos los parados; aprobación de una ley Electoral provisional para regir las elecciones municipales; revisión humanizadora del Código Penal ordinario y de los Códigos Penales de las Fuerzas Armadas, así como la aceleración del debate sobre el proyecto de Constitución.

Ruiz-Giménez insinúa, asimismo, la posibilidad de que los partidos políticos auténticamente democráticos se empeñen en una especie de armisticio o tregua ideológica durante un plazo razonable,que sitúa entre tres y cinco años.

El articulista, que opina que «la trágica experiencia de Chile tiene que golpear incesantemente sobre nuestras conciencias», considera positivo el balance del tránsito, que culminó con las elecciones generales a Cortes del pasado 15 de junio, aunque «existen lagunas y frustraciones que gravitan peligrosamente sobre el futuro». Entre tales peligros, Ruiz-Giménez señala el riesgo de bipolarización sistemática de la dialéctica entre UCD y PSOE, la dramatización del problema de las autonomías regionales, la crisis económica, el riesgo de una radicalización en la problemática sociocultural y las tensiones inherentes a las hegemonías antagónicas que en plano internacional gravitan sobre España desde los grandes polos mundiales de poder.

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