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El deporte teme a los partidos políticos

Ya sabemos cuál es el peligro que amenaza el futuro del deporte español; los partidos políticos. Acabamos de descubrir que, en el pasado inmediato, el deporte español ha sido casi apolítico. Estas ironías de fino estilo fueron el comentario final de la conferencia de prensa del director general de Deportes. Lo que quedó sin responder, ni por lo fino, ni a la «pata la llana», fue por qué la mayoría de las instalaciones deportivas estaban en manos del partido único y prohibían la entrada a los sin carnet y qué otras razones, que no fueran políticas, podía haber para que televisión utilizara los partidos de fútbol en fecha tan significativa como el primero de mayo. La ex Delegación Nacional de Deportes era una dependencia más de la Secretaría General del Movimiento.

El deporte español se acaba de dar cuenta de que la política no conviene. Coincide este descubrimiento cuando los partidos comienzan a incluir en sus programas el tema. Coincide también con el momento en que quienes han de tentado el poder, han perdido comba. El deporte español comienza a ver los peligros que puede entrañar el contubernio judeo-masónico. Y es que este año ya ha habido españoles que han querido participar en la macabiada. O lo que es lo mismo, en los Juegos Macabeos, que es el rollo que se mar can en Tel-Aviv para descubrir personajes como Mark Spitz.Decir como ha afirmado el señor Castejón que el deporte español ha sido más apolítico de lo que se piensa, es toda una broma. Del deporte se han servido numerosas personas para escalar puestos políticos. Del deporte han obtenido votos numerosos procuradores en Cortes. Del deporte se servía el Gobierno para disolver manifestaciones, y del dinero, del deporte se servía el partido único para que sus organizaciones dispusieran de equipos de Primera División en deportes femeninos.

Así, de entrada, se me ocurre pensar que Juan Antonio Samaranch surgió del hockey, y ha acabado de embajador en Moscú. Así, de pronto, recuerdo que un presidente del Comité de Competición, Andrés Reguera, acabó de ministro y la popularidad se la dieron los penalties y los árbitros. Y los disgustos también, claro. Por lo que respecta a las manifestaciones, se llegó, incluso, a televisar en viernes un Real Madrid-Barcelona en contra del propio reglamento de la Federación Española de Fútbol. Claro que bien pensado era mejor evitar las manifestaciones con balonazos que disolverlas con pelotas de goma. Siempre es mejor que las palmas echen humo, que éste salga de los botes.

Los clubs Medina, de la Sección Femenina, se mantuvieron durante algún tiempo a base de subvenciones federativas. Ahora que ni la Sección Femenina ni las federaciones se hacen cargo del tema, el propio director general se ha puesto en contacto con algunos clubs para que las chicas de los Medina sigan jugando al voleibol. Esto viene a querer decir que a las deportistas, las que daban lustre a los Medina, las han dejado en la estacada.

La conferencia de prensa del director general tuvo, al margen de las ironías citadas, algo importante; un plan coherente para el futuro. Un plan que pese al «largo me lo fiáis» con que puede motejarse, tiene unas líneas maestras que lo definen como lo más serio que hasta el presente se ha estructurado.

Benito Castejón, un teórico a nivel europeo, ha vivido un aparente largo sueño en su poltrona, pero afortunadamente su despertar público ha venido a demostrar que ha trabajado, aunque en silencio, seriamente. Castejón quiere potenciar, la educación física, el deporte escolar y el de élite, y no ha echado en saco roto la posibilidad de lograr para el mundo laboral un status eficaz en el que se pueda compartir el trabajo con la práctica deportiva.

Al fin se piensa en las instalaciones populares y se desechan las ayudas a los clubs elitistas. Al fin se piensa en soluciones prácticas. Pero, digo yo, queese peligro de politización que ve Castejón es, en parte, lo que le ha hecho variar los modelos anteriores de un modo sustancial. Dicho de otro,modo, Castejón sabe que será fiscalizado por las Cortes, y antes de que los partidos quieran imponor criterios populistas, trata de implantarlos él.

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