Nacionalizar el pan
Los fabricantes de pan han brindado una auténtica oportunidad política al Gobierno para demostrar su autoridad; en este sentido, todavía no se entiende cómo los fabricantes tuvieron la valentía, a nivel casi de suicidas, de salir a la calle con un kilo de setecientos gramos, a lo mejor nos enteramos más tarde. A partir de ese momento, al Gobiemo se las pusieron como a Felipe II, y se erigió en un árbitro duro, dispuesto a expulsar del terreno de juego a quien infringiera las reglas. En resumen: imagen de mayor autoridad del Gobierno, se defiende al sufrido consumidor, pierden los fabricantes, dosis considerable de demagogia, todavía no existe un precio definitivo y serio. En fin, mucho pan y poca miga.La miga del asunto estriba, según parece, en que la estructura del sector del pan requiere de un nuevo reajuste y todavía no se ha ido de lleno a la reestructuración. Ahí es donde el Gobierno debe ejercer su autoridad y su capacidad de negociación, llevando a cabo un profundo análisis, bien con los interesados o por vía directa, para sacar unas conclusiones finales que se deberán negociar democráticamente. Del resultado de esa negociación, no sine die, deberá comenzarse un plan de reestructuración del sector, sin que se descarte en la negociación, para eso el Gobierno tiene cierta inclinación socialdemócrata, un plan de nacionalización del sector del pan que, por otra parte, sería mucho más sencillo que el asunto de CAMPSA con la gasolina. En virtud de ser el pan un «artículo de primera necesidad», que no debe permitir excesivos márgenes de beneficios, y al incidir los costes fuertemente es fácil que el capital-empresario tienda al abandono o descuido de un sector donde la opinión pública ejerce una crítica agresiva, hasta el punto de Ilegar a hacerle las cuentas al empresario y a darle el precio al que debe vender. Y si durante muchos años, al parecer, el fabricar pan era un gran negocio, tenemos que hacer la hipótesis de que al ser ahora un negocio muy controlado, tal vez no interese a nadie; entre otras razones, porque no va a estar sometido a la ley de mercado libre.
Por todo, se aprecia que la miga del pan está en ir hacia la nacionalización del sector, o moderando un poco, a una intervención del sector público, concurriendo en el mercado por medio de «tahonas estatales», haciéndolo más compétitivo en precio, calidad, distribución, peso, etcétera.
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