Los extranjeros, de segunda
Leo que en el último Consejo de Ministros se ha creado un equipo para preparar un proyecto de ley sobre el régimen de extranjería. Dadas las actitudes adoptadas en otros países hacia emigrantes españoles y la situación económica española, es de esperar un endurecimiento de las actuales disposiciones.Inmigré a España hace dos años. Trabajo como profesor universitario. No tengo contrato laboral escrito, ni podré obtenerlo hasta que la empresa quiera ofrecérmelo. Por lo tanto, ni pago impuestos, ni gozo de un permiso de residencia ni de la Seguridad Social, ni puedo votar. Desempeño una labor que, en algunos aspectos, es difícilmente realizable por una persona cuyo idioma materno no sea inglés; sin embargo, no puedo realizarlo legalmente. Me considero español, vivo y trabajo entre españoles; comparto muchas de esas características lingüísticas, culturales y de situación geográfica que distinguen al español. Pero soy un ciudadano de segunda porque no tengo la más importante de esas características: la nacionalidad, fruto de los accidentes de nacimiento. La falta de esa característica jurídica borra todo lo demás.
Entonces, me dirán, hágase español. ¿Cómo? Las condiciones previas son: o casarse con español (a) o diez años de residencia legal: el primero no viene al caso, el segundo es pedir la luna, cuando aún no tengo contrato de trabajo.
Nos otros, trabajadores clandestinos ya en España, algunos desde hace años, necesitamos una solución humana a nuestra situación, que reconozca que, por nuestro trabajo a beneficio de este país, hemos ganado el derecho moral de desempeñarlo legalmente.
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