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La situación preelectoral francesa acentuará la reticencia de París hacia Madrid

«Sí, pero ...»: La fórmula que hizo célebre el entonces militante antigaullista y hoy presidente de la República, Valery Giscard d'Estaing, contra la política del general Charles de Gaulle, resumiría perfectamente la impresión que cundía en París, anoche, en el momento en que aterrizaba, procedente de Copenhague, el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, en relación con su objetivo oficial número uno: defender la entrada de España en la Comunidad Económica Europea (CEE). La situación preelectoral francesa, acentuará la reticencia de los interlocutores del presidente que, a lo largo de este miércoles, dialogará durante cuatro horas con el señor Giscard d'Estaing y con el prímer ministro, Raymond Barre.La jornada del señor Suárez será: ceñida: un desayuno de trabajo lo reunirá con su séquito y con la representación diplomática española en Francia; después, recibirá al secretario general de la OCDE, Emil van Lenneo. Se ha previsto una reunión, a última hora de la mañana, con representantes de varios organis mos de la emigración, pero ayer no pudo saberse con exactitud si habían sido iriv itadas algunas asociaciones representativas (no paraestatales).

El comité del Partido Comunista de España en Francia, solicitó una entrevista con el presidente para plantearle problemas específicos de la emigración y su visión respecto a la adhesión española a la CEE. Después del almuerzo de trabajo con el presidente de la República, en el que participarán el secretario general del Elíseo, Frangois Poncet, y el jefe de su gabinete técnico, Alberto Aza, celebrará dos reuniones con su homólogo, Raymond Barre; luego, una restringida, con los ministros de Asuntos Exteriores y los embajadores de los dos países, y otra ampliada a cuatro altos funcionarios de cada una de ambas partes. Una conferencia de prensa, en la embajada, a la que asistirán unos 65 periodistas (la mitad extranje ros) cerraría la jornada.

Por lo demás, el señor Suárez, a la hora de pleitear la causa española para entrar en la Europa de los nueve, no encontraría dificultades de orden político. Los problemas de la etapa parísiense serán económicos, muy particularmente agrícolas, y también monetarios.

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