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Entrevista:Las organizaciones políticas juveniles/8

Juventudes Revolucionarias (Movimiento Comunista): "Los partidos deben asumir nuestra problemática"

El problema de los jóvenes está poco asumido por los partidos políticos, y ello es la principal fuente de conflictos internos, en opinión de la Federación de Juventudes Revolucionarias (FJR), que agrupa a once organizaciones regionales vinculadas al Movimiento Comunista (MC). Como portavoces de la FJR hablaron para EL PAIS, Javier Solo de Zaldívar, Juan Fernández y Santos Ruesga, miembros de su consejo federal.

EL PAIS: ¿Qué relaciones mantienen con el Movimiento Comunista?Federación de Juventudes Revolucionarias: El MC impulsó el nacimiento de las organizaciones que integran la FJR, que surgieron de forma muy descentralizada e iniciaron un proceso de unificación hasta la constitución formal en abril de este año. Se trata de organizaciones autónomas, soberanas, que se vinculan a un partido en cuanto necesitan una estrategia revolucionaria.

EL PAIS: ¿Y con otras fuerzas políticas juveniles?

FJR: Somos pragmáticos en este aspecto, desde el momento que consideramos que es preferible prestar mayor atención a una colaboración concreta, que no a proyectos teóricos irrealizables.

En primer lugar, diferenciamos lo que podría ser un sector de vanguardia dentro de la juventud, que se puede concretar en varias organizaciones, como de hecho ya existen, y lo que podría ser un movimiento masivo de la juventud, que debería ser unitario y contar con la presencia de todas las fuerzas políticas, sociales y religiosas.

Desaparecida la plataforma que antes existía, hoy sólo quedan contactos parciales. Hay que reconocer que existen diversas corrientes, y por tanto tender a una convergencia sobre temas concretos, como podría ser la legalización de las organizaciones, etcétera.

EL PAIS: ¿Las organizaciones juveniles deben ser el componente crítico de los partidos? ¿Lo son ustedes respecto al MC?

FJR: Tenemos idea de que el problema de la juventud está poco asumido por los partidos en general, y esta, es la principal fuente de conflictos entre los partidos y las organizaciones juveniles.

El conflicto no tiene por qué surgir en cuanto un partido sepa asumir el conjunto del problema. Esa asimilación no significa sólo acoger un programa reivindicativo, sino que implica todo un cambio en el sistema de relación adulto-joven. En este sentido, huimos de ser únicamente la organización cantera de militantes o el brazo agitativo del MC, para tender hacia una organización mucho más ligada al movimiento juvenil, su problemática y su ideología.

EL PAIS: ¿Cuáles son, a su juicio, los derechos políticos del joven?

FJR: El problema principal, y que no va a desaparecer mientras permanezca la base material que lo, produce, es el de la marginación de la juventud en todos los aspectos; políticos, sociales, etcétera.

Por otro lado, es obvio que en el actual proceso de democratización de que se habla. en el Estado español, hay una serie de: derechos de la juventud que deben ser inexcusablemente recogidos por la Constitución, tales como la mayoría de edad política a los dieciocho años.

Además, somos partidarios de que se constituya una comisión de fuerzas juveniles para elaborar una serie de directrices sobre el tratamiento jurídico general de la juventud, dentro de la nueva legislación que creemos que el nuevo Parlamento debe crear, y que esta comisión trabaje conjuntamente con los parlamentarios que estén dispuestos a apoyarla.

EL PAIS: ¿Qué soluciones plantean ante los problemas del joven trabajador?

FJR: Hay que revisar toda la legislación laboral, y, en cuanto a los jóvenes, conseguir su mayoría de edad, como trabajador a los dieciseis anos, y asegurar que sea a esa edad cuando se empieza a trabajar, no antes, como facilitan ciertas ambigüedades de la actual legislación. Otro problema es el del paro, pues el 60% de los parados tienen entre 15 y 24 años. Esto se produce por no estar asegurado el estudio hasta los 16 años, y por falta de centros de formación profesional, a cuya salida debe estar asegurado un puesto de trabajo, así como el seguro de desempleo desde los 16 años. También debe revisarse el contrato de aprendizaje y el de trabajo para asegurar al joven plena capacidad de contrato. Pedimos también cuatro horas de trabajo y cuatro de estudio entre 16 y 18 años, plena sindicación del trabajador joven, y participación en los órganos sindicales de la empresa.

Hay que señalar también la doble explotación de la joven trabajadora, por las barreras para acceder al trabajo en razón de su sexo y por el no reconocimiento de su plena capacidad de trabajo.

EL PAIS: ¿Y en cuanto a la enseñanza? .

FJR: El primer problema es el de la democratización de todo lo que gira alrededor de la enseñanza. Por otro lado, esta debe ser más científica, más próxima a la realidad. Estamos, pues, por un ciclo, único hasta los 16 años, que combine teoría y práctica, con un sistema estatal, gratuito y laico. También nos planteamos la creación de una organización estudiantil unitaria, que participe en la gestión de los centros y asuma las reivindicaciones de los jóvenes.

EL PAIS: ¿Hay una contraproposición moral-adulto moral-joven?

FJR: La contradicción fundamental no es entre generaciones, sino entre clases, entre una moral burguesa y una nueva moral de las clases explotadas, revolucionaria, que está por construir y que debe incluir los conceptos de todas las minorías marginadas y oprimidas. En resumen, se trata de sustituir una concepción cristiana que vincula sexualidad con procreación, por otra que concibe la sexualidad como un aspecto de la relación entre las personas, y que conlleva la libre utilización del propio cuerpo.

En concreto, estamos por la anulación de la Ley de Peligrosidad Social y la amnistía total de todos los procesos incoados en base a ella.

El otro problema discutido, la droga, es un tema controvertido.

En primer lugar, denunciamos la moral burguesa, en cuanto de la burguesía salen los que están detrás de las grandes cadenas de comercialización, y al mismo tiempo mantienen sus reglas condenatorias. En definitiva, se trataría de que una visión científica y una información meridiana sustituyan a la normativa represiva, por un lado, y al ambiente de mito que se ha creado en torno al consumo de las drogas.

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