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El Gobierno Soares encuentro dificultades para sacar su segundo paquete de medidas económicas

El Gobierno portugués prosigue activamente el examen del segundo paquete de medidas económicas y financieras del presente año.Ni confirmada ni desmentida por fuentes oficiales, ésta es la interpretación que la mayoría de los periódicos dan de las varias reuniones celebradas estos días. Los que esperaban ya resultados públicos del Consejo de Ministros del martes -que duró todo el día- han sido defraudados.

Se admite que las nuevas medidas fundamentalmente las destinadas a completar el plan de austeridad- deberán ser adoptadas antes del inicio de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, previsto para el próximo mes. La discusión con esta institución internacional, de un nuevo crédito a medio plazo. destinado a constituir la segunda parte del famoso gran préstamo de 1.500 millones de dólares solicitado por Portugal a los países industrialmente más desarrollados de Occidente, tiene una importancia capital para el futuro económico y político portugués. Mario Soares ha insistido varias veces sobre el hecho de que, sin esta ayuda, su Gobierno tiene pocas probabilidades de sobrevivir al agravamiento de la crisis económica y a sus inevitables consecuencias sociales, arrastrando en su caída la joven y poco consolidada democracia portuguesa.A pesar de estas advertencias, varios de los países que han aceptado participar en la primera parte de dicho crédito (750 millones de dólares, de los cuales USA y la RFA se comprometieron a facilitar 650) condiciona ahora la entrega de los fondos al resultado positivo de las conversaciones con el FMI.

El domingo pasado, el dirigente comunista Octavio Pato informó públicamente que el FMI, correa de transmisión de los intereses imperialistas de la alta finanza capitalista, era ya quien imponía a Mario Soares su política económica, financiera y social.

Por otro lado, los partidarios de una recuperación económica en base a los modelos liberales y de mercado, han citado más de una vez supuestos pareceres del Fondo para exigir mayor decisión al Gobierno para estimular las inversiones capitalistas nacionales y extranjeras.

El Gobierno ha desmentido a unos y otros reafirmando una independencia de criterios, que la gravedad de sus dificultades y la evidencia de sus dependencias financieras pone en duda en sectores crecientes de la opinión pública.

Uno de los centros de la polémica actual es la eventual nueva devaluación del escudo. Se sabe que antes de la devaluación del 15 % decretada en febrero pasado, los «especialistas» de varias instituciones internacionales aconsejaban una medida más profunda (25 % como mínimo) y que, de hecho, la devaluación real de la moneda portuguesa sobre los mercados exteriores se situó rápidamente en un 19 % (numerosas voces afirman hoy que una de las exigencias del FMI sería una nueva baja del escudo de un 10 %).

En cambio, los responsables gubernamentales de la política económica, comercial y financiera no esconden sus dudas en relación a supuestos efectos beneficiosos de una medida que encareció las irreductibles importaciones portuguesas sin producir efectos sensibles sobre unas exportaciones poco elásticas.

El sector turístico es señalado como el principal beneficiario del abaratamiento de los precios portugueses para los portadores de divisas fuertes, pero los profesionales de turismo pueden demostrar que el boom turístico registrado este año en Portugal era ya realidad meses antes de conocerse la devaluación.

La balanza comercial, principal preocupación del Gobierno, no presenta señales de haber mejorado, globalmente, en la nueva situación. En el primer semestre de este año registró un nuevo aumento de su déficit de 48.000 millones de escudos, con un agravamiento de su desequilibrio de 38 % en relación con el mismo período de 1976, según datos publicados esta semana por la Secretaría de Estado competente.

La inflación es un hecho, por más que el ministro de Finanzas señale una desaceleración de su crecimiento. Un informe de la OIT, publicado recientemente en Ginebra, sitúa a Portugal entre los países que han registrado, en los últimos doce meses, una inflación de más del 20 %.

Estas circunstancias explican sin justificarlo- el denso secreto que envuelve la preparación del nuevo paquete de medidas económicas y financieras que el Gobierno está elaborando.

Hace dos semanas, éste reaccionó con vehemencia al anuncio, por el semanario Expresso, de las principales medidas que estarían a punto, de ser anunciadas, entre las cuales sobresalía la devaluación del escudo.

El Gobierno afirma haber detectado índices de un «complot internacional» contra el escudo. Las pruebas aducidas son de las más variadas. El semanario Expresso publicó, hace quince días, una relación sensacional, según la cual un miembro del Gobierno, al intentar cambiar siete millones de escudos en un banco suizo, había provocado una inmediata reacción del mercado helvético, con una baja del 10 % en la cotización del escudo.

Otro elemento de la conspiración contra el escudo sería una operación de propaganda recientemente realizada por la organización clandestina de extrema derecha ELP (Ejército de Liberación Portugués) de una, nueva unidad monetaria, el escudo nuevo, cuyo valor sería fijado en relación al marco alemán (un marco igual a diez escudos nuevos). Los nuevos billetes tendrían curso legal inmediatamente después de la victoria del ELP en su patriótica tarea de liquidar el régimen marxista en el poder. Evidentemente, las autoridades militares han anunciado que la nota atribuida al Gobierno Militar de Lisboa era una falsificación.

Por último, el intenso mercado negro de divisas, ya denunciado por las autoridades, pero difícil de controlar, debido a la presencia de numerosos turistas extranjeros, siempre dispuestos a aceptar transaciones que, mejoran sus vacaciones, habría recibido un impulso suplementario por obra de unos operadores clandestinos operando en grande escala y practicando niveles de cambio inauditos. Ya no se trataría del fruto de la indisciplina del portugués común, interesado en disponer, para sus viajes al extranjero o sus compras en Madrid, de más que los 7.500 escudos en divisas autorizados por ley, sino de algo más complejo.

Que la conspiración exista o no, la expectativa creada en relación a las decisiones del Gobierno está alimentando un nialestar que el Gobierno tiene el mayor interés en resolver rápidamente.

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