El sindicalismo autogestionario interviene en la polémica interna de la izquierda francesa
Si se celebrasen hoy las elecciones legislativas de marzo de 1978, el 54% de los franceses votaría por la Unión de la Izquierda. Tal fue el resultado del primer sondeo realizado hace una semana, desde que los dos partidos más importantes de la oposición, comunistas y socialistas, desarrollan una polémica pública en torno a las tres cuestiones del Programa Común que los separan: las nacionalidades, el problema nuclear y las medidas sociales. La segunda central más importante del país, la CFDT socialista autogestionaria, ha terciado en estas divergencias para inquietarse, no a causa de los temas que discuten el Partido Comunista y el Socialista, sino por su silencio sobre aspectos, en su opinión, más importantes.La encuesta referida indicaba que los comunistas, si los comicios se realizasen hoy, obtendrían el 21% del electorado, y los otros dos partidos de la Unión de la Izquierda (socialistas y radicales de izquierdas), el 30%. Los grupos izquierdistas aportarían el 3%.
A propósito de la cuestión que más ha enconado últimamente las relaciones PC-PS, la fuerza de defensa nuclear, el aludido sondeo explicitaba que el 47% de los electores galos, contra el 33%, son favorables a la bomba atómica.
El análisis global de esta «fotografía de la opinión», en plena crisis de confianza entre los firmantes del Programa Común, sugeriría que las divergencias en curso no han afectado al electorado potencial de la izquierda. En efecto, en los últimos comicios municipales, de marzo pasado, el porcentaje obtenido por la Unión fue el mismo que ahora arroja la encuesta.
Un sindicato en la polémica
Ayer entró en liza la potente central de izquierdas, CFDT. Su secretario general, Edmond Maire, puso el dedo en la llaga que sensibiliza a no pocos militantes de izquierdistas, socialistas en particular. El sindicato autogestionario por excelencia (más de un millón de militantes) y el más independiente respecto a los partidos políticos (la CGT es considerada, con o sin razón, la «correa de transmisión» del Partido Comunista) se declaró, en primer lugar, radicalmente opuesto a la fuerza de disuasión nuclear, contrariando con ello a las posiciones de los partidos de la Unión. Esta actitud preocupará sobre todo, al PS, ya que muchos de sus adherentes son partidarios de las tesis antinucleares de la CFDT.Por otra parte, el señor Maire se manifestó «muy inquieto», no a causa de las querellas públicas entre el PCF y el PS, que en su opinión pueden resultar positivas de cara a un entendimiento que aseguraría la gestión de un Gobierno de izquierdas, sino porque los partidos de la Unión no abordan problemas que la CFDT considera capitales.
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