Novillos con más pujanza y seriedad
La res de poderosa culata, enmorrillada, seria, que romanea y que es capaz de derribar al caballo, no se lidió en corrida de toros, sino en novillada: fue el lunes último, en Las Ventas, donde hubo unos novillos de Leopoldo Picazo de Malibrán, encastados, con trapío y pujantes. No es un caso nuevo: en Las Ventas, con gran frecuencia, las novilladas tienen seriedad y, por tanto, emoción. Y son novilladas verdaderas, por la edad del ganado: tres años, según acredita el guarismo que todas las reses tienen marcado a fuego en el brazuelo.
En corridas de toros, sin embargo, cuando el cartel es de lujo, los toros no suelen tener tanta culata, ni tanto morrillo, y si lo tienen, son incapaces de romanear; una vara -sólo una les ahorma y aun les tumba. Viene luego el cuento aquel de que la ganadería de bravo está en fase de degeneración, el argumento de la consanguinidad para explicar las caídas de los animales; la excusa de que el matador no tiene la culpa si el empresario compró toros inservibles, ni éste tampoco si el ganadero no sabe criar sus productos, etcétera.
¿Qué pasa aquí? ¿Cómo es posible que el novillo supere al toro en genio, fortaleza e incluso presencia? Insistimos en que la investigación científica es necesaria, pero a lo mejor también la policial, para desentrañar estos misterios. Tenemos en cuenta, por supuesto, que cada ganadería tiene su tipo de toro característico, el cual será, según los hierros, de grande o pequeña caja, cornalón o cornicorto, hondo o galgueño, ancho o escurrido. Pero, aún así, no se explica que novillos (en importante cantidad vistos en Las Ventas este año), con el «4» en el brazuelo, tengan bastante más trapío y pujanza que la mayor parte de los toros, marcados con el «3», que las figuras han toreado y torean en ferias importantes.
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