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Nueva York: balance aterrador de la "noche de los animales"

Restablecida totalmente la normalidad en Nueva York, después de las veinticinco horas que duró el apagón, el balance inicial de la «noche de los animales», como se denomina ya al período que la ciudad permaneció en tinieblas, es aterrador: cerca de doscientos millones de dólares en pérdidas, más de 3.000 detenidos por actos de saqueo y vandalismo, un centenar de policías -y cuarenta bomberos heridos, cientos de incendios, más de 45.000 llamadas telefónicas a la policía, varios centenares de tiendas y comercios robados o destruidos...

El alcalde de la ciudad, Abraham Beame, levantó ayer el estado de emergencia que había decretado el miércoles y pidió a los neoyorquinos que se reincorporaran a sus trabajos, después de la pausa del jueves. Beame criticó muy duramente a la compañía eléctrica que suministra fluido a Nueva York, la Consolidated Edison, a la que acusó de negligencia, y dijo que el apagón había afectado a la seguridad de los ciudadanos y tenido grandes consecuencias en la economía de la mayor ciudad de Norteamérica. El alcalde reconoció que la noche del miércoles al jueves había sido una «noche de terror».«El virus del pillaje afectó a los pobres», titulaba ayer un diario. Efectivamente, durante las horas que la ciudad estuvo a oscuras, millares de personas, principalmente en las zonas más pobres de la ciudad, como Harlem, Brooklyn y el Bronx, se entregaron al saqueo indiscriminado, cuándo no al simple y puro vandalismo. En un distribuidor de automóviles de la marca Pontiac, en el Bronx, fueron robados cincuenta coches último modelo. Tiendas de confección, de electrodomésticos, de muebles, supermercados y casas de discos fueron despojadas de sus existencias en breves instantes. Los sistemas de alarma no funcionaban a causa del corte de electricidad, y cuando llegaba la policía era recibida a pedradas y botellazos.

Los periódicos publicaban ayer fotos de los saqueadores llevando los objetos más insólitos, desde un sofá a una nevera, pasando por un reloj de pared y varias docenas de pares de zapatos. « Son como animales enfurecidos, no podemos con ellos», gritaba un agente de policía por la radio de su coche-patrulla. Cuando alguien preguntó a uno de los saqueadores que devastaba una tienda en Brooklyn que por qué hacía aquello, obtuvo la siguiente respuesta: «¿Y porqué no?» Otros fueron más explícitos: «Estamos en paro, cobrando una miseria de la beneficencia pública. Seríamos estúpidos si no aprovecháramos para coger lo que necesitamos.»

Mientras los dueños de algunas tiendas pasaron la noche en la puerta de las mismas con un arma en sus manos, un oficial de policía declaraba que en todo Harlem no había quedado un solo aparato de televisión en los escaparates.. En muchas ocasiones, cuando los bomberos llegaban a apagar un incendio, eran recibidos a pedradas por bandas de gamberros, en incidentes que no habían alcanzado tal gravedad desde los disturbios raciales que siguieron a la muerte de Martin Luter King, en 1968.

Tanto el presidente Carter como el gobernador del Estado de Nueva York, Carey, y el alcalde de la ciudad ordenaron ayer que se realicen, investigaciones sobre las causas del apagón. Un desafortunado portavoz de la compañía eléctrica manifestó que era imposible prevenir estos accidentes, y que el apagón había sido la «voluntad de Dios»'. Otros portavoces se extendieron en prolijas explicaciones técnicas, intentando mitigar las críticas que desde todos lados llueven sobre la Consolidated Edison.

Especialistas en demografía y ginecólogos especulan sobre la incidencia que pueda tener el apagón, en el índice de natalidad, y coinciden en prever un aumento de los nacimientos dentro de nueve meses, aunque seguramente inferior al que se registró en el apagón de

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1965. La mayoría atribuye este salío en el índice de natalidad al aburrimiento de una velada a oscuras y sin televisión; otros a la dificultad de encontrar los anticonceptivos esa noche y no falta quien señala con humor que la causa de. todo es la iluminación con velas. «Los neoyorquinos somos en el fondo muy románticos», decía ayer un periodista.

Para mitigar las enormes pérdidas y destrozos provocados por los saqueadores y gamberros en la «noche de los animales», la ciudad solicitará ayuda económica, al Gobierno federal y, posiblemente, la calificación de «área de desastre». A estas pérdidas hay que añadir el trastorno en, millares de oficinas, los retrasos que producirá la de tención de cientos de ordenadores electrónicos, las horas extras que habrán de pagarse a policías, bomberos y médicos...

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