Cambó y el Centro

Si el señor Francesc Guardans hubiera oído y visto el programa de televisión de la Unión de Centro Democrático, se hubiera ahorrado escribir su carta publicada en La Vanguardia del 17 de junio y, tres días antes, en el diario EL PAIS, de Madrid. ¿Cómo iba a decir yo que Cambó, de haber vivido hoy, estaría en la UCD, como él, con tanta irresponsabilidad, me atribuye? Aparte de que la grabación del programa está a su disposición por si quiere comprobar lo erróneo de su supuesto, que le ha llegado por vía de terceros, y sobre el cual basa su carta, en donde hay tanta prevención política como personal, ¿cómo puede caber en cabeza humana que Cambó pudiera estar en otro partido que no fuera precisamente la Lliga Catalana, que, caso de el vivir hoy, no hubiera todavía desaparecido? Hoy existiría, como antaño, para bien del equilibrio político de Cataluña.

Lo que dije yo, cosa muy distinta, es: «De vivir hoy Cambó, apoyaría a Suárez, quien por la vía de la democracia puede proporcionar la autonomía para Cataluña y para los otros pueblos de España que la necesiten y la deseen.»

«Apoyar» no es «estar». Y Cambó «apoyó» a Maura, entre otros distintos gobiernos del Rey, a los cuales sirvió o dio ministros, porque siempre predicó la consecución de la autonomía por vía parlamentaria. Apoyaba a los que pudieran apoyarle a él y a sus altas miras políticas.

A cuenta de lo que añade en su carta debo decir que, por más nieto que sea, el señor Francesc Guardans no posee la propiedad política de don Francesc Cambó i Batlle, cuyos libros, discursos y pensamientos políticos en general pertenecen a todos los catalanes y, quizá de una manera algo especial, a los que trabajamos modestamente con él, tanto antes como durante y después de la guerra civil. Precisamente en mi aludida intervención en RTVE, y antes de evocar los esfuerzos de Cambó en pro de la «Espanya gran», predicando una autonomía para otros lugares de España para que se estabilizara así la catalana, recordé unas palabras pronunciadas por Romanones poco antes de su muerte y que justamente se han hecho famosas: «¡Ay!..., el gran Cambó… el mejor político del siglo XX...» Sobre estas palabras, de quien había sido tan tas veces su adversario, debería ser yo quien reivindicara el «copy right».

En efecto, fue a mí a quien se las dijo Romanones una mañana cuando, sentados en el jardín de su casa de la Castellana, acababa de contarle los pormenores del proceso de Nuremberg, que él había querido escuchar de viva voz. Unos pocos años después, las reproduje en mi articulo a raíz de la muerte de Cambó en Buenos Aires, «Lo humano en Cambó», publicado en ABC y que fue, por cierto, el elogioso que salió aquel día, 3 de mayo de 1947, en la prensa de Madrid. La primera cita que hace Jesús Pabón en la primera página de su obra monumental «Cambó», es mi artículo de ABC.

En este mismo libro de Jesús Pabón, Francesc, que tanto ataca a la coalición catalana de independientes de la Unión del Centro Democrático, podría descubrir la noticia de la creación en Madrid por el propio Cambó de un partido llamado precisamente Centro Constitucional, a extender por toda España. En una preciosa foto, aparece Cambó con sus correligionarios de un «Centro» que vivió poco, porque pronto vino la proclamación de la República: Díaz Caneja, Duque de Maura, Silió, marqués de Figueroa, Goicoechea y Montes Jovellar.

¡Cuántas cosas podría aprender el joven Francesc si leyera algún libro en lugar de escribir cartas basadas en falsos testimonios y sazonadas con no dominados vocablos que rozan el insulto! El afán de salir en los «papeles», siempre a cuenta de un abuelo que nunca conoció —ni a él ni a sus circunstancias— puede ser hasta gracioso. ¿Uno solo, además, de los trece hermanos Guardans ha heredado en exclusiva la figura de Cambó, saltándose, así, a unos padres que todavía están ahí? ¡Y que sea por muchos años, queridos Elena Cambó y Ramón Guardans!