El fervor franquista llenó Las Ventas
Ligeramente afónico y saludando con los brazos extendidos en forma de uve, Manuel Fraga Iribarne cerraba ayer la campaña electoral en la plaza de Las Ventas de Madrid. Su alocución había sido interrumpida en múltiples ocasiones por un público incondicional que gritaba abundantemente: «Fraga, Fraga... Franco, Franco». Minutos antes del final del acto, buena parte del público que abarrotaba las gradas y el ruedo (cerca de 50.000 personas aproximadamente) habían mostrado su inquietud por la presencia de una persona sin identificar en el tejadillo del coso.
La alocución de Fraga -que en ninguna ocasión utilizó su habitual primera persona- fue abundante en citas piadosas. Entre otras figuras del santoral a las que se invocó el futuro de España, se encontraban San Isidro, Santa María de la Cabeza y San Antonio de Padua santo éste que dictaba la festividad del día. Igualmente, esta invocación se hizo extensiva a las víctimas del 2 de mayo, las de Paracuellos del Jarama y las de la calle del Correo, que -afirmó- «nos dicen: votad por nosotros».Manuel Fraga comenzó saludando a sus paisanos de Villalba, que, según indicaba una pancarta perfectamente rotulada, se encontraban a espaldas del orador. Tras dar un repaso verbal a sus adversarios, pasó a agradecer su colaboración a aquellos que habían sostenido con su apoyo la campaña, y, entre otros, a «esas muchachas en flor que han estado cerrando sobres» y a «esas monjitas que han rezado para que las cosas marcharan bien».
El acto había sido abierto por un joven líder de Alianza Popular, Alfonso Armada, de veintidós años, quien dijo que votar Alianza Popular «es votar una opción moderada, de orden y de seguridad».
Posteriormente intervino, entre las ovaciones del público, César Pérez de Tudela, quien abundó las referencias a la naturaleza, que han convertido al antiguo inspector de policía en un hombre popular en toda España. Pérez de Tudela comenzó aclarando al respetable que él nunca había sido político, sino que se sentía llamado por el sentido del deber. «Me gustan las aventuras -dijo-, pero no para España. Me gustan sólo las aventuras que cada uno emprenda por sí mismo», aclaró el intrépido escalador. Su intervención, tras abundantes referencias a la pureza de las montañas nevadas, finalizó pidiendo el voto para Alianza Popular, «con el fin de despejar el horizonte ».
Posteriormente, ocuparla el estrado Ramón Hermosilla, que prodigó los ataques a la izquierda, siendo abundantemente aplaudido.
El estrado estaba presidido, respectivamente, por Manuel Fraga, Carlos Arias, y José María Ruiz Gallardón, ocupando lugares de preferencia en la segunda fila la cantante Luciana Wolf y el humorista Tip. Igualmente, en las primeras filas, confundidos con los periodistas, se advertía la presencia de la duquesa de Quintanilla y el cantante Jaime Morey.Tras Ramón Hermosilla, intervino Ruiz Gallaráón, quien hizo una sentida defensa de la «unidad de España», que, según afirmó, «se encuentra en peligro».
José Martínez Emperador, que subiría a la tribuna a continuación, haría hincapié, en la política social de Alianza Popular. En estos párrafos, seria menos aplaudido, volviendo posteriormente el fervor al ruedo cuando citó la era de Franco: « Los mejores años de España ».
Entre vítores y abrazos de los ocupantes de la mesa presidencial, alcanzó el micrófono Carlos Arias, quien, básicamente, alabó las obras del franquismo e insistió en la versión apocalíptica de España que había ofrecido días atrás ante las cámaras de RTVE. «¿Es que ahora alguien piensa que se pue den realizar las obras que se acometían en los tiempos de Franco? ». Al igual que el resto de los oradores, insistió en sus críticas a los centristas, mientras que el público gritaba: «Perjuros, perjuros... »Ya hacia el final, Arias tendría unas palabras para las mujeres: «Esas mujeres a las que recordándoles sus derechos, se les ofende en su dignidad».
Fraga cerraría la tarde cuando comenzaba a encenderse la luz artificial. Posteriormente, sus seguidores se irían dispersando, cargados de banderas nacionales, mientras, a través de la ventanilla de más de un coche, un brazo se alzaba al canto del Cara al Sol.
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