Los glúteos

Se lo he oído decir a Oriana Fallaci, hojeando cierto semanario español:-Oh, pero es una revista de culos.

Cuando Oriana se ha ido de España, sin que la detuviese la Guardia Civil ni la violase Lalo Azcona, me he quedado pensando que efectivamente somos hoy un país de glúteos femeninos, la primavera del glúteo, y que la reforma política, mala o buena, la estamos haciendo entre una floración de glúteos pastoreada por el señor Reguera, ministro de la cosa. Me lo dijo el parado, a la vista de los últimos atentados:

-Vamos de glúteo, jefe.

Mariano Guindal, reportero entusiasta, ha hablado con el canario Cubillo:

-¿Y quiénes son los de los atentados, Cubillo?

-Yo creo que pueden ser los nuestros.

Un crimen, como un glúteo, hoy quiere adjudicárselo todo el mundo. En casa del conde de Lavern (apócrifo, que hay un Lavern apócrifo como hay un PSOE renovado) hacemos una porra y unas elecciones generales. Sale don Enrique Tierno Galván, como siempre. Todos los comicios restringidos, de arte y ensayo, a los que he asistido en estos meses preelectorales, han arrojado siempre al profe como presidente de la cosa, como senador, como lo que sea.

-Tenga usted en cuenta que entre los electores hay una mayoría de periodistas y gente enterada -me dice el conde renovado, que ha utilizado un embudo como urna.

No importa. En el sarao del conde había también médicos y mujeres. Tierno ha sacado mayoría. La saca siempre que se hace una Sofemasa. Pero luego la Sofemasa de la realidad de la verdad de la vida le deja tirado. Quiere decirse que el español medio sigue pidiendo y esperando una política de glúteos, una Administración culona que tenga donde agarrarse. Pero el profesor Tierno, levita como Santa Teresa de Avila entre los pucheros del pucherazo electoral, y menos mal que Raúl Morodo le tira, del fondillo de los pantalones para que baje. Viene Cristina Morodo a visitarme a mi caseta de la Feria del Libro ése, y me avergüenzo de estar firmando más libros que Raúl, que está en la caseta paredaña. El ofrece una alternativa democrática para el futuro, en sus libros, y yo en los míos no ofrezco más que una prosa llena de glúteos, proxenetismo y resentimiento.

Ojeo los glúteos de Nadiuska en el Playboy italiano y trato de explicarle que yo no soy un gesentido. Sólo lo soy literariamente, porque el género me va bien. Por lo demás, pienso que Franco me hizo un hombre.

Con, Franco teníamos menos glúteos. El glúteo estaba a tanto el kilo en los cabarets de la Gran Vía. Los niños de derechas que no teníamos smoking para ir a los cabarets de la Gran Vía, acechábamos el glúteo de nuestras primas por el ojo de la cerradura. Franco y Arias Salgado salvaron muchas almas, pero pusieron en peligro a todas las primas nacionales.Voy a una agencia de prensa y me hacen otra Sofemasa. Todo el mundo está haciendo sofemasas hoy en Madrid. Nos ha cogido el sarampión electoral, y a una sobrinita mía que vive en Moratalaz le ha cogido además el otro sarampión, el infantil. El personal está pendiente de las elecciones, precalentado con las elecciones, y nadie presta atención a nada, ni siquiera a la floración primaveral de los glúteos. Me dice Antonio Asensio, que es un genio de la promoción del glúteo y en la desfloración de reaces franquistas a ojeo:

-El glúteo ya no vende, pero ayuda a vender.

La figura sobria y casta de Tierno Galván se levanta hoy en España sobre un fondo de reaces franquistas y glúteos adolescentes. Es lo único que yo veo claro. Ni los hombres del presidente, ni los bomberos de Fraga, ni los piadosos de Ruiz-Giménez pueden decir que estén tan limpios de un reace como. Tierno Galván, porque el pueblo, les identifica irracionalmente con el pasado franquista. Ha dicho Tierno que le gustan las mujeres con los senos altos. A mí también, pr9fe, de modo que seguiré votándole en todas las sofemasas.