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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La amenaza se concreta

HACE EXACTAMENTE ocho días, bajo el título «La amenaza», expresamos en estas mismas páginas el temor que hoy se concreta: el de una nueva provocación violenta. contra el proceso democrático que está a punto de culminar su primer acto con las elecciones del día 15. El asesinato de dos guardias civiles en Barcelona, en la mañana de ayer, y los atentados contra las instalaciones eléctricas en Madrid, la noche del viernes al sábado, han sido, además, estratégicamente realizadas cuando comienza el fin de semana momento en el que la sociedad descansa, relaja su tensión, y los organismos oficiales trabajan a medio gas. Una vez más, nos encontramos, pues, ante un plan calculado contra la democracia.La provocación se lleva a cabo cuando aún están pendientes las excarcelaciones de algunos presos políticos; de esta forma, podrá servir de chantaje moral ante aquellos sectores de la sociedad que no comprendían el sentido de la liberación de personas condenadas por delitos de sangre de intencionalidad política. El Gobierno ha caído, así, en su propia trampa de no conceder la amnistía y administrar a su arbitrio la libertad de los encarcelados. La amnistía no era una medida jurídica, sino política, y era necesaria para asumir una fortaleza moral indispensable a la hora de reprimir con la dureza precisa estos nuevos atentados terroristas. No es que unos crímenes sean justificables y otros no, porque todos nos parecen en cualquier caso execrables; pero el Gobierno debería haber trazado la raya de la historia para no verse complicado ahora en la «elección» de a quién excarcelar y a quién no, ni ante la pregunta, que no debe hacerse, de por qué perdonar a aquellos asesinos y no perdonar a éstos.

La provocación de ayer sólo beneficia de nuevo a los sectores antidemocráticos. A efectos políticos no importa la mano ejecutora: se trata de un nuevo atentado contra las Fuerzas Armadas y de un estúpido crimen contra la convivencia española. Tan estúpido que es preciso decir bien claro: el Gobierno debe seguir con su plan de excarcelaciones. El proceso electoral no se puede interrumpir y los ánimos deben permanecer sosegados. La violencia no es patrimonio de ningún régimen, pero las estadísticas demuestran que hay menos terrorismo hoy que en los últimos años de la dictadura y hay, en cambio, más libertad; y no es fruto de la mala administración de ésta la violencia que a veces brota sobre nuestra tierra, sino herencia de un pasado que todavía, nos costará años borrar de nuestras vidas.

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