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Reportaje:

La nueva fase de la guerra de Shaba

La entrada de fuerzas zaireño-marroquíes en la ciudad fronteriza de Dilolo ha liquidado virtualmente la guerra de Shaba y toda esa región recuperará rápidamente su aspecto normal, afirma Mobutu, aunque para los observadores diplomáticos de Kinshasa el controvertido presidente de Zaire da muestras de un excesivo optimismo.En realidad, como ha podido ser comprobado por nuestro enviado especial Manuel Ostos, el «mobutismo» nunca se ha visto tan malparado como ahora y los movimientos de oposición están dispuestos a mantener un clima de inseguridad en Shaba y Kivu. Por eso, el fin de las operaciones militares clásicas en la antigua Katanga no parece ser más que la primera fase de un conflicto por venir, de mayor envergadura y con implicación internacional más declarada.

El presidente Mobutu ha anunciado personalmente la captura de la ciudad fronteriza de Dilolo, culminando de esta forma la expulsión al otro lado de la frontera de los «tigres de papel» llegados de Angola, cuyos últimos reductos serían Kapanga y Sandoa.Las fuerzas de seguridad interna han emprendido la caza a los katangueños para impedir que se diluyan entre la población, la cual, según Mobutu, estaría regresando tranquilamente a sus poblados.

El optimismo es de rigor, como puede verse, y responde a la voluntad de demostrar que la situación en Shaba quedará normalizada en breve, lo cual es formalmente rechazado por el llamado Frente de Liberación Nacional del Congo (FLNC), quien se considera capaz de proseguir la guerrilla, gracias al apoyo de la población y el sostén logístico recibido a través de la vecina Angola.

En realidad, ni social ni políticamente la región de Shaba ha sido pacificada por Kinshasa.

Mobutu, personalmente, sospecha de separatismo tribal a la mayoría de los lunda y luba que la pueblan y una de las primeras medidas adoptadas por el presidente de Zaire, pocos días después de la invasión, fue destituir a toda la oficialidad katangueña.

El «mobutismo» no ha calado seriamente en las fuerzas armadas, donde únicamente los paracaidistas del coronel Ikuli han dado prueba de fidelidad al presidente-fundador de la revolución de «las tres zetas».

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El mando hachemita, conocido por la violencia de la ofensiva militar desplegada actualmente en dirección de Sandoa y Kapanga, realiza la guerra «por su cuenta» y mantiene las mayores reservas hacia la capacidad del cuerpo zaireño, indisciplinado, sin preparación adecuada y dividido en su seno.

La represión marroquí

La llegada del cuerpo expedicionario marroquí, así como un grupo de pilotos egipcios, ha sido determinante para modificar el curso de los acontecimientos, pero la actuación de esas fuerzas, por eficaz que se revelara, ha contribuido a la sangrienta represión desatada contra los lunda de Shaba.En Mutshatsha los marroquíes se hicieron responsables de una masacre. Los testimonios son formales: los pobladores que habían permanecido en esa localidad fueron voluntariamente liquidados por los zaireño-marroquíes con la intención de «desmoralizar al enemigo».

Lo cierto es que, pese a todos los intentos de demostrar a la opinión internacional que los lunda retornan sin la menor dificultad a las poblaciones de las que habían huido, el avance zaireño se realiza sobre un terreno abandonado en el que raramente se contabilizan prisioneros.

La obstinación con que Kinshasa ha mantenido la negativa a los periodistas extranjeros para trasladarse libremente a Shaba, está justificada por el coronel francés, que, a título de consejero, se hallaba en Kasaji durante la visita organizada por Mobutu, por la intención de no enseñar el lamentable espectáculo de la desintegración del ejército zaireño.

Al comienzo de la invasión, en marzo, los katangueños penetraron en Shaba «como un cuchillo en el agua», según el oficial galo citado, y las primeras unidades enviadas al frente por Kinshasa llegaron a contar hasta el 50% de desertores, en su mayor parte lundas.

Entrenados en Angola y dotados de un armamento moderno adaptado a las peculiaridades del terreno, los 3.000 katangueños enviados a Shaba llegaron a poner en jaque a más de 30.000 zaireños asistidos militarmente por una coalición heteróclita en la que se encuentran, mano a mano, China, Estados Unidos, Bélgica y Corea del Norte, entre otros.

Si, como se ha dicho, se trataba de pulsar las capacidades del ejército zaireño, la operación resultó concluyente. Zaire ha sido considerado como un gigante con los pies de arcilla, aquejado, además, por los achaques de la corrupción administrativa y la crisis económica. El régimen de Mobutu emergerá tambaleante de la crisis de Shaba. Un diplomático occidental, trasladando el sentimiento de su Gobierno, aseguraba en medio de bromas: «Y lo peor es que todavía no tenemos a quién poner en su lugar... ».

El mobutismo

Tal es el contexto en que se debate el «mobutismo», tratando de sustituir la impopularidad que lo rodea con torrentes de frases exclamativas al genio del «redentor y guía» que, por lo que vimos en Kinshasa, se pierden en el más grande de los vacíos.En la capital del Zaire fue necesario organizar por tercera vez un mitin de apoyo a Mobutu en el estadio 20 de Mayo, para poder contar con, una audiencia respetable. A la tercera vez, y gracias a la movilización de los militantes del Partido Unico, pudieron llenarse algunos graderíos.

Los movimientos de oposición a Mobutu, pese a su multiplicidad y divisiones, disponen de numerosos partidarios y parecen estar dispuestos a mantener un clima de inseguridad en Shaba y Kivu, regiones en las que se prosigue la actividad de guerrilla.

La posición que ocupa Zaire en Africa y su dimensión territorial lo convierten en una importante baza en la partida de cartas en que grandes y supergrandes se encuentran absorbidos.

Los katangueños no hubieran podido mantener una operación militar coherente sin el apoyo y la luz verde soviética canalizada a través de Angola. En ese sentido Mobutu no parece equivocarse, aunque desproporciona sus palabras cuando afirma, con toda solemnidad, que hay cientos de cubanos al lado de los katangueños y que una de sus tácticas es llevarse los cadáveres para no dejar traza de los «barbudos».

El conflicto de Shaba entrará ahora, seguramente, en una nueva fase formada por la movilidad de algunos focos guerrilleros en esa región, la exacerbación del tribalismo fomentada por el propio Mobutu para garantizar su supervivencia, y la descomposición constante de Zaire en su doble expresión económica y política.

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