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El peligro para la democracia vendrá después de las elecciones

«Como uno de los patrocinadores de la democracia en un país con una violenta historia aparece el Partido Comunista de España, sin que hasta ahora haya sido objeto de crítica por parte de otros partidos, actuación que demuestra un cálculo del momento presente, pero que no prejuzga sus futuras intenciones.Los comunistas proclaman que cuentan con 170.000 militantes. El partido, de la mano de Santiago Carrillo, ha optado por una política prudente: renunciar a la ilusión de restaurar la bandera de la República, acepta la Monarquía, coopera en la elección de un nuevo Parlamento...

Dirigentes comunistas nos manifestaron que ellos piden, solamente, la nacionalización de la industria y de la energía eléctrica "cuando llegue el momento" (...).

Naturalmente, los comunistas esperan obtener solamente un 10 % de los votos (...).

Con esta política, los comunistas han persuadido a algunos políticos de izquierda de que ya no son una amenaza, sino un elemento positivo del espectro político de centro- izquierda. Esta conclusión, obviamente prematura, es rechazada por el centro y la derecha. Cuando Adolfo Suárez legalizó el partido, la irritación de los militantes fue profunda y mucho más explosiva de lo que se creyó. "El Rey, personalmente, persuadió a los jefes del Ejército y de la Aviación de que no dimitiesen." "No fue fácil", nos dice un informador (...).

La agitación puede ser desastrosa para el partido (...).

Pero el peligro real para la democracia comenzará después de las elecciones, inmediatamente después de que se instale el nuevo Gobierno elegido democráticamente, nos dice un centrista partidario de Suárez. "La mayoría de los españoles piensan que Europa y América vendrían en nuestra ayuda... Es un error. Europa y América tienen sólidas razones económicas para no ayudarnos."

Estas razones son: inflación galopante, paro, déficit de la balanza de pagos, deuda exterior de doce billones, cuatro millones de trabajadores en el exterior que regresan (...).

Es el terreno ideal para un Partido Comunista organizado y centralizado. La potencialidad comunista para la agitación va a manifestarse en ese momento (...).

La campaña electoral será tranquila, con dos coaliciones que compiten por el Poder: Suárez, sin ideología, apoyado por el centro y, en privado, apoyado por el Rey, y Manuel Fraga, obstinado, de centro-derecha, acusado de ser franquista, pese a que fue expulsado por Franco del Gobierno en 1969, por defender la libertad de prensa, entre otros actos de coraje (...).

Pese a su buena conducta actual, el Partido Comunista es la mayor amenaza que existe para un futuro Gobierno democrático.»

18 mayo

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