Los problemas de la campaña electoral
de la Federación Demócrata CristianaEn plena campaña preelectoral, quizá muchos no se dan cuenta de los enormes problemas que se plantean a los cuadros directivos de la gran mayoría de los partidos democráticos. Salidos muy recientemente de la clandestinidad, hasta ahora no han tenido oportunidad de tomar conciencia de que un partido político, además de ideología, es en gran parte, organización, y que si no se organizan al estilo empresarial moderno, no estarán en condiciones de hacer frente a la tremenda responsabilidad con la que tienen que enfrentarse.
La preparación y adiestramiento de los cuadros organizativos, de los militantes y el progresivo acercamiento a los simpatizantes y futuros electores, es todo un proceso delicado y complejo, que exige competencias especializadas y fuerte e intensa dedicación. La implantación y crecimiento de una infraestructura organizativa, a nivel de todo el territorio del país, de cada una de las circunscripciones electorales y de las zonas o comarcas, así corno de las diversas localidades, es fundamental y básico. Sin una infraestructura organizativa aceptable, con un grado de militancia correcto -cuya proporción respecto al número de afiliados puede ser muy diversa, según las características de cada partido, e incluso, de la zona en que actúa- es inviable montar una campaña electoral eficaz.
Durante la campaña electoral, todo el aparato del partido se ha de volcar en la realización de aquélla, utilizando todos los recursos técnicos y la base de militantes más definidos y entusiastas. Pero si el montaje de la infraestructura organizativa del partido es muy escasa, resultará prácticamente muy difícil que pueda llegarse a los ambientes en que está el electorado.
Panorama preocupante
En la situación actual, a unas semanas de la fecha de las elecciones, el panorama organizativo y de militancia de la casi totalidad de los partidos, es realmente preocupante en orden a llevar adelante una buena campaña electoral durante los escasísimos veintiún días establecidos por las normas electorales.
Aunque la campaña de publicidad técnica haya sido bien concebida y se haya contratado a tiempo, no puede pensarse que sólo con exteriores anuncios de prensa o «cuñas» radiofónicas puede llevarse a cabo la operación de movilización del electorado. Sólo una buena organización y un cuidadoso aprovechamiento de los recursos disponibles puede suplir, en parte, ese papel que la infraestructura y militancia del partido deberían desempeñar.
Con estos condicionamientos básicos resultaría interesante observar tanto la estrategia como la táctica que las diversas coaliciones o partidos utilizan para tratar de hacer impacto en un electorado desinformado, desorientado y propenso a la indecisión y quizá a la abstención.
El proceso de identificación del electorado con cada uno de los partidos políticos es siempre lento y complejo. En los países en que el grado de madurez política es elevado, se llega a alcanzar la proporción de dos tercios del electorado que se identifica con un partido político. En algunos países, tal proceso de identificación ha tardado incluso varios quinquenios en producirse. Es un proceso lento el de la identificación, en el que concurren múltiples factores: procedencia regional, de clase, familiar, etcétera. Aunque, a partir de cierta edad, se pueden originar cambios de partido, no se produce tal cambio sin que las personas sufran hasta cierto trauma, que puede afectar en ocasiones hasta el equilibrio síquico.
Ciertamente que el medio ambiental y de trabajo influye de manera muy marcada en la elección de partido, pero también hay que tener muy en cuenta la edad en que se haya podido originar la primera opción. Por ello, los partidos políticos de diversos países adoptan una actitud de gran interesamiento por los ambientes escolares para iniciar la identificación lo antes posible, ya que se considera que el período más apto es el comprendido entre los catorce y los dieciocho años, en cuya etapa se pueden producir opciones que tiendan a permanecer. Sin embargo, existe el riesgo de que se dé lugar a una manipulación o influencia inadmisible al actuar políticamente en edades prematuras.
Problemas insolubles
También se van a enfrentar los partidos con notables problemas para afrontar la identificación con los líderes o con los candidatos. No va a existir casi posibilidad alguna de lograr cambios de imagen de un determinado líder, sino que se verán forzados a operar con la que tengan ya adquirida.
Los problemas van a ser muchos, y algunos insolubles, no obstante la capacidad improvisadora de los españoles. La utilización de las técnicas electorales tendrá un área muy limitada, singularmente por el período de la «fase caliente» de los veintiún días previstos. La preparación de apoderados, interventores y representantes, así como de los propios candidatos, no va a disponer de un cierto espacio de tiempo para asumir el programa electoral, el conocimiento de la legislación y la puesta a punto para una actuación adecuada.
Esperemos que la capacidad improvisadora y el entusiasmo de los responsables de montaje de la campana electoral de cada partido conseguirán buenos resultados, para lograr llegar al electorado y ayudarle para conseguir que ejerza su derecho al voto con un mínimo de racionalidad.
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