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Comenzaron ayer en Escocia las elecciones municipales británicas

Ayer votaron en Escocia los electores para elegir un millar de concejales en 53 municipios, iniciando así los comicios locales, que terminarán mañana en Gales e Inglaterra.

En Escocia, estas elecciones tienen matices especiales que derivan de su forzada dependencia del Gobierno de Londres. Normalmente, en estas elecciones y en las generales Escocia es, como todo el llamado «cinturón céltico», levemente proclive al laborismo, que tiene en la región una rama autónoma. Por supuesto, hay bastiones conservadores poderosos, especialmente en las comarcas rurales. Pero en esta ocasión es muy probable que el Partido Nacionalista Escocés mejorará su actual provisión de concejalías. En estos momentos, los laboristas cuentan con 416 concejales y gobiernan absolutamente sobre diecisiete municipios, mientras los conservadores suman sólo 241 concejales. No es fácil que los laboristas conserven esta ventaja, porque su popularidad es una carrera hacia las tinieblas, pero los votos perdidos por la izquierda moderada, en Escocia, no van a parar nunca a la derecha, sino al nacionalismo. Los separatistas tienen en estos momentos 71 concejales y cuando termine el recuento, dentro de 48 horas, es posible que hayan llegado al centenar.Más interesantes, desde otros puntos de vista, serán los comicios el jueves en Inglaterra y Gales, por la presencia agresiva del National Front (Frente Nacional) en los comicios.

El National Front es un grupo ultraderechista que ha permanecido durante cierto tiempo en el limbo, gracias a la exquisita prudencia con que la prensa se ha comportado respecto de sus asambleas y alegatos. Pero en los últimos meses su presencia en la vida política y en la calle es obvia y ominosa. Enarbolando la Union Jack, organizaron el pasado día 23 de abril, para festejar el día de San Jorge, una manifestación en la que los gritos racistas se combinaron con los himnos patrióticos, hasta que un grupo de izquierdistas y liberales intentó detenerlos y se inició una trifulca seria. En otras muchas ciudades de Inglaterra tienen lugar con frecuencia hechos de esta naturaleza, y los líderes del National Front no se ocultan para proclamar sus ideas simples y, como siempre ocurre con las ideas básicas del fascismo, eficaces para convencer a la masa media, no muy educada ni muy liberada de ninguna de sus viejas servidumbres. Esta vez, el chivo expiatorio es el «inmigrante de color».

En el condado de Londres, los candidatos del National Front presentan candidatos para todos los escaños vacantes excepto uno. La amenaza es, por ahora, meramente simbólica, porque no parece posible que se prive, desde ese extremo, a los conservadores y a los laboristas de sus poderes locales. Pero asombra y asusta el hecho de que el aparato del partido haya sido capaz de movilizar a tantos candidatos, y también la perspectiva, muy firme, de que la votación de un centenar de miles de sufragios individuales a los candidatos racistas. Ese resultado serviría para alentar en todo el país a los «frentenacionalistas», y calentar así el horno para las elecciones generales.

Así es que la atención está centrada en un aspecto teóricamente secundario de los comicios locales: saber cuántos votos van a conseguir los que no van a ganar.

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