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No hay obstáculos para las relaciones España-México

«La cancelación de relaciones entre México y el Gobierno republicano español en el exilio abre el camino a un entendimiento pleno y sin reservas entre México y España, cuyos pueblos, unidos por un origen común, una solidaridad histórica y unos intereses recíprocos están llamados a establecer vínculos de fraternal cooperación», declaró ayer en el aeropuerto de Barajas, el ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, antes de emprender viaje a Egipto.

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Esta ha sido la primera y única reacción oficial española a la decisión adoptada por el Gobierno de México y el de la República española en el exilio de cancelar las relaciones diplomáticas que venían manteniendo desde la terminación de la guerra civil, sin interrupción.En los ambientes políticos mexicanos, la noticia fue recibida con satisfacción, aunque causó sorpresa el hecho de que subsista el Gobierno republicano. Previamente se había extendido el rumor de que se anunciaría simultáneamente el cese de relaciones y la disolución del Gobierno español en el exilio.

Sin embargo, José Maldonado, presidente del Gobierno republicano en el exilio, manifestó ante más de un centenar de periodistas que el Gabinete seguiría funcionando «hasta que se establezca un nuevo régimen por medio de elecciones homologables, como las que se celebran en países de la Comunidad Europea, a la que España pertenece».

Inmediatamente después de leerse el comunicado republicano -en un acto que duró cuatro minutos y durante el que el presidente mexicano guardó un significativo silencio- un portavoz de la secretaría de Relaciones Exteriores mexicana afirmaba que el restablecimiento de relaciones plenas entre España y México tendría una fecha clave en el 10 de abril. «No puedo decir más -añadió-, pero ya no hay obstáculos.»

En todo caso, en círculos políticos mexicanos, la reariudación de relaciones se considera inminente, y ello por deseo expreso del nuevo presidente mexicano, José López Portillo, que ha hecho del tema uno de los elementos permanentes de su política exterior desde que fue investido de la Presidencia. El señor López Portillo tiene ascendiente español y, más concretamente, navarro, en el pueblo de Caparroso.

Una vez concluido el acto de cese de relaciones entre el Gobierno de la República española y México, el presidente de aquella, señor Maldonado, hizo unas declaraciones, en el sentido de que le -resultaba muy difícil comentar los acontecimientos, por lo que suponía la fidelidad de un país como México, mantenida durante cuarenta años.

A su vez, el jefe del Gobierno republicano en el exilio, Fernando Valera, dejó constancia de su gratitud al Gobierno de México.

Los Gobiernos republicanos españoles en el exilio se inician realmente en 1945, cuando Diego Martínez Barrios jura como presidente de la República en el palacio municipal de la ciudad de México y encarga a José Giralt la formación de un Gobierno en el exilio, ante el convencimiento de la inmediata caída del régimen de Franco.

En 1947, Rodolfo Llopis recibe idéntico encargo del señor Martínez Barrios. Inmediatamente se encarga el mismo cometido a Alvaro de Albornoz y desde ese momento pierden virtualidad los gabinetes de la República en el exilio. La no injerencia de las Naciones Unidas y el reconocimiento posterior del régimen de Franco son golpes muy duros.

El Gobierno Albornoz dimite en 1951 y le sustituye Félix Gordón Ordas. El presidente Martínez Barrios fallece en París en 1962 y asume su puesto el vicepresidente Luis Jiménez de Asua. El general Emilio Herrera fue jefe de Gobierno de 1960 a 1962. Claudio Sánchez Albornoz de 1962 a 1971.

En ese año muere el señor Jiménez de Asua y le sustituye en la Presidencia de la República el actual, José Maldonado; la Presidencia del Gobierno recae en Fernando Valera, que militó en Unión Republicana y formó el actual Gobierno de la República española en el exilio, constituido por Julio Just, como vicepresidente y ministro de emigración; Antonio Alonso Baño, ministro de Justicia; Mariano Suárez, de Economía; Francisco Giral, ministro en misión en Norteamérica y Antillas, y Manuel de Rivacoba, ministro en misión en América del Sur.

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