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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un decreto esperanzador

ALGÚN DÍA los historiadores o para ser más exactos, los memorialistas explicarán las razones de que la promulgación de la ley Electoral se haya demorado largas semanas No parece que ese prolongado intervalo, que ha puesto los nervios de punta a los partidos de la Oposición y a la opinión pública, fuera un período de incubación necesarío.Aunque haya que esperar a detenida lectura del decreto-ley para ponderar en detalle su contenido, la nota oficial del Consejo de Ministros y unas declaraciones del ministro de Justicia, señor Lavílla, permiten adelantar la impresión -de que, en líneas generales, las normas electorales aprobadas permitirán que, los comicios de1próxitno mes de junio se desarrollen con las garantías de veracidad y limpieza que la situación españ¿la Permite, y también que coinciden básicamente con los mínimos exigidos, porla Oposición.

Dicen que nunca es tarde cuando la dicha es buena. Tal vez las quejas retrospectivas sean ahora ¡@.oportunas. No podemos olvidar, sin. embargo ' queel incomprensible retraso de la ley Electoral, unido a la estrategia también dilatoria del Gobierno para la legalización de una seriéde partidos políticos y al contencioso del doble registro de las siglas del PSOEha estado a punto de hacer naufragar las prime-ras elecciones libres en este país después de cuarenta años. Durante estas últimas semanas, los amagos de retirada de algunos partidos de la Oposición y los rumores de aplazam,ento de los comicios hasta el otoño sembraron seria! dudas acerca de las posibilidades de, que el proceso democrático siguiera-adelante. En cualquier caso, es indudable que el único beneficiario del suspense creado ha sido el propio, Gobierno.

Por lo demás, nunca se insistirá lo suficiente en que el carácter democrático de, unas elecciones depende tanto de la limpieza técnica del procedimiento de sufragio como del contexto general en'que aquéllas se desenvuelven. A este respecto, la nota oficial resulta esperanzadora. No sólo las Juntas Electo.rales Provinciales estarán presididas por magistrados y compuestas por electores,,sino que, además, sustituirán a la autoridad gubernativáen competencias- relaci O*nadas con la ley de re-, unión y la libertad de prensa, No sólo los,partidos tendrán accesoí en igualdad de condiciones a los medios de comunicación controlados por el Estado, si que también formarán parte de una comisión de control sobre la RTVE. Aunque antes de lanzar las campanas al vuelo será ecesario esperar a conocer los ,detalles de composición y fun ionamiento de las Juntas y de la comisión de- control, forzoso es. reconocer que el preanuncio es alentador. -Porque unas Juntas -Electorales manejadas por el aparato del Movimiento y una Televisión, como la que padeceMos hasta el momento serían sólo una farsa ridícula.

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Por lo demás, los, correct ¡vos al sistema proporcional en las elecciones para el Congreso, aunque excesivos, son los previstos: tres diputados como mínimo -por provincia. En cambio, el sufragio restringido en el Senado significa un positivo correctivo, al Sistema mayoritario: la minoría de cada provincia estará representada en la Cámara Alta. En cualquier caso, los dados ya venían cargados desde, la ley de Reforma: evidentemente, el sufragio desigual favorecerá a las zonas rurales y perjudicará a las grandes capitales. La insistencia en privar de votar a los ciudadanos comprendidos entre los dieciocho y los veintiún años sólo se puede explicar como un reflejo autoritario basado en el temor a una mayor radicalización.en la juventud.

Finalmente, el sistema de ínelegibilidades, si bien evita el bochornoso espectáculo de que los altos cargos de la Administración centra.l y local trabajen desde sus cargos oficiales para conseguir los votos de sus administrados, es más aparente que real. Para que un ministro o un alcalde se presente como candidato, basta con que dimita de lu puesto ocho días después de la convocatoria electoral: lo que sólo significa. si las cosas le marchan bien, unas cortas vacáciones entre su antiguo puesto y su futuro escaño. Pero no se pueden pedir peras al olmo ni suicidios a los políticos.

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