Vallas: estreno riguroso en España
El fútbol español comienza una nueva era, la del fútbol vallado. En general, las eras históricas arrancan en fechas imprecisas o aproximadas, mientras que el fútbol vallado no hay duda de que comienza en España el 20 de febrero de 1977 según el calendario gregoriano. Como el estadio Vicente Calderón tenía apercibidas las vallas de quita y pon para los partidos europeos, que así las previenen, se ha limitado a convertir lo ocasional en definitivo. No sé si en tan poco tiempo como el que ha mediado entre la promulgación de la obligatoriedad de¡ vallado y el del Kick-off de los partidos de Liga del domingo en Primera y Segunda División (que son los vallables, porque se puede decir que «afortunadamente », como en aquella noticia ferroviaria, las invasiones del rectángulo de ahora en adelante quedarán para la Tercera División y desde luego para las regionales) habra habido trecho y vallas para cumplir lo mandando con celeridad, se puede dar por seguro que el vallado comenzará oficalmente en la ribera del Manzanres, en tiempos lugar de alegres juegos y meriendas goyescas.Y aparte de ello se jugará el encuentro más interesante de la jornada. En primer término, porque en él estrena sur champ su liderazgo el Atlético de Madrid, y cuando se goza o se sufre de tal condición, los encuentros ya tienen su importancia. El Español tampoco es un equipo indiferente, y aunque lógicamente se deba pronosticar una ventaja del equipo que juega en su casa y ante sus vallas, la cosa no es tan sencilla. Posee el conjunto blanquiazul buen juego, un fútbol seguro, como segura es la guía técnica que desde hace unos años está. impartiendo Santamaría desde el puesto del entrenador. Habrá partido, pues, a no ser que el Atlético. serene sus nervios de siempre y los adicionales que les añadirá el estreno del primer puesto, con goles tempranos, como sucedió contra la Real Sociedad. Si el Atlético prueba la sopa de goles al cuarto de hora, se crece y corrobora, como Popeye cuando tragaba sus espinacas, y aparece como un equipo armado, resuelto.
No se ha reclamado que bajo el puesto relativamente cómodo, de segundo o perseguidor, puesto, ventajoso (y si no que se lo pregunten a los ciclistas en el velódromo), ha realizado su ataque contra una adversidad que a fuerza de éxitos tesoneros se ha olvidado un poco. Si a comienzo de la temporada se hubiera quitado de las posibilidades ofensivas durante el trimestre central la capacidad de dos piezas como son Gárate y Leivinha, se hubiese temido por el éxito del equipo, y sin embargo, ahí está. Y además, poniendo a prueba que los nuevos refuerzos de temporada, como Rubén Cano y Robí pásado el período de rodaje, estan rindiendo perfectamente. Más aún, con la vivificación de jugadores -Marcelino, Bermejo- que estaban vegetando en la espera. El equipo que pisando los talones al Barcelona ha llegado a pasarle por los fallos de Cruyff, de la soberbia de Cruyff para ser precisos (querer regatear en el área a un crack argentino, que de gambeteo la saben toda, en Las Palmas, querer achocar verbalmente a los árbitros y con violencia a Melero, que no admiten su batuta gesticulante), pero también, y sobre todo, porque se ha encontrado un equipo previsto y no por azar.
Ahora bien, este Atlético que actuará frente al Español tiene la prueba ante sí de confirmarse, corroborarse, porque su fraguado es nuevo aún, ante la curiosidad y ante la exigencia, cariñosa, pero exigencia, de sus partidarios, que le querrán ver cada día más líder, con más juego, seguridad y suficiencia como un buen equipo cuajado, con recursos y serenidad para imponerlos en el terreno. Un gol temprano, el ejemplo constante de Pereira, con. su alegría y su descontracción serena, puede ayudarles.
Por el estreno de vallas y liderazgo ante su fiel masa parece el partido del día, más que el & los «humillados y ofendidos» de Barcelona, entre el titular y el Athletic de Bilbao, ambos con cicatrices visibles en sus formaciones. Temperatura, habrá mucha; anticentralismo futbolístico, el que se quiera. Pero, a pesar de los pesares, para el Barcelona es un partido de trámite. Si se deja algún punto ante otro equipo mutilado se le puede aplicar aquellos versos de la epístola moral a Fabio. No habrá merecido, efectivamente, «ni llegar al honor, que pretendiere».
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