Los vecinos quieren controlar el futuro mercado de Las Aguilas
El vecindario de Las Aguilas sigue con mucho interés la marcha del concurso de adjudicación de un mercado municipal para el barrio, que será fallado el día 19 de este mes. La razón del interés de los vecinos reside en que colectivamente concurren con él a la prueba, junto a otras entidades privadas, para obtener la construcción, la administración municipal, además del control vecinal del mercado. De lograrse el deseo de los vecinos, se convertiría en un hecho insólito en el ámbito, cívico y comercial madrileño.
No obstante, cunde cierto pesimismo entre algunos sectores del vecindario, que observan que desde el origen del proceso -mayo de 1976- se han producido algunas anomalías en la tramitación del proyecto.Es necesario establecer inicialmente, que las zonas de Las Aguilas y San Ignacio de Loyola, además de las colonias de Casilda Bustos, Parque de Europa, Santa Margarita, Aviación y EMT, poseen galerías de alimentación en número adecuado como para abastecer -según los vecinos- a los 80.000 habitantes del área. Sin embargo, según los mismos testimonios, el problema principal por el que el vecindario atraviesa es el de los precios; en espacios y trechos muy reducidos, entre una galería y otra, la distancia existente en los precios de ambas varía en márgenes muy amplios, aunque la calidad de los productos adquiridos por el consumidor apenas cambie.
Asimismo, pese a la existencia de muchos y muy diferenciados centros alimenticios, los vecinos, señalan que la propiedad de las galerías suele encontrarse unificada por un abanico muy reducido de comerciantes, que mantienen establecimientos distintos en cuanto a los niveles de los precios.
Por ello, la iniciativa del vecindario, que ha encontrado el estímulo de muchas entidades de la zona, y ha sido emprendida por la Asociación de Vecinos de Las Aguilas, tiene como fin la desinonopolización del comiercio alimenticio en el barrio, la fluidez comercial y la inauguración de una experiencia de control vecinal, público sobre la calidad y los precios de los productos.
De este modo, el anhelo de los vecinos ha de vadear con éxito tres frentes distintos, el municipal, para la adjudicación, el comercial, para la gestión del mercado, y el económico, para la obtenclón de los recursos que la puesta en funcionamiento del mercado requiere.
El origen de la petición
En el primer frente, el proceso se remonta a la petición del vecindario, para que el Ayuntamiento dote al barrio de un mercado de abastos. Tras una profusa correspondencia entre los vecinos, el delegado de Abastos y Mercados, y el concejal del Distrito, se determina el lugar del emplazamiento, se cuadricula el terreno sobre el que se levantará -de propiedad municipal-, y se dispone para ello de 2.000 metros cuadrados de superficie. Posteriormente, el solar qúedará tasado en catorce millones de pesetas.Tras una serie de consulta a los planes de parcelación del área, se elige el cuadrículo del Poblado C de Carabanchel, y se inician los trámites de la convocatoria del concurso. Previamente, se realizan los pertinentes estudios de rentabilidad bajo la consideración de que el mercado futuro se otorgarla en régimen de concesión administrativa, para la construcción y la explotación del establecimiento.
Con todo también a lo largo del enrevesado proceso de tramitación, concurso y adjudicación, se registraron algunas variaciones y anomalías. En principio y permanentemente, el vecindario solicitaba la construcción de un mercado de abastos para el barrio, con 80.000 habitantes y desprovisto de este servicio. La solucién ofertada por el vecindario consistiría en atribuir al mercado propiedad municipal, con especial protección al.comerciante pequeño y al productor-vendedor directo y con el objetivo fijo de lograr un descenso de los precios, realmente elevados en Las Aguilas. Estudios promovidos por la Asociación de Vecinos de la zona señalaban que los, precios vigentes en Las Aguilas, superaban en un 20% los que rigen en otras áreas madrileñas con mercados municipales.
Una alternativa
De este modo, se creaba una alternativa a los abastecimientos y lal entramado comercial del barrio, al tiempo que se abría una nueva vía de control y participación de los vecinos en la marcha del mercado. Sin embargo, desde el origen de este recorrido, el Ayuntamiento madrileño desconfió de sus propias fuerzas para acometer esta tarea. El concurso se convocó inicialmente en regimen de concesión administrativa, eludiéndose la vía de la concesión municipal. Tras la adjudicación de la construcción y comercialización del mercado de Las Aguilas a una entidad dueña de más de una veintena de mercados en Madrid, y vinculada a grandes sectores bancarios del noroeste del país, según testimonios vecinales, el Ayuntamiento anuló la adjudicación y volvió a convocar el concurso. Los litigantes arjuyeron entonces irregularidades y singulares criterios de elección que beneficiaban a los monopolios, al tiempo que se referían a una curiosa prelación de condiciones exigidas a los concursantes, alguno de los cuales fue eliminado de la puja en un principio.En el frente comercial, el vecindario se plantea la necesidad de ofrecer tina alternativa a la situación actual de los mercados y os abastecimientos del barrio. Testimonios directos de los vecinos señalan que su iniciativa por lograr el mercado no pretende dañar al pequeño comerciante que tiene su establecimiento en Las Aguilas o colonias aledañas. Por contra, el objetivo de los vecinos se orienta hacia el rescate de la iniciativa vecinal, para pequeños sectores de comerciantes, no integrados en los monopolios y seriamente afectados por estos. La monopolización del comercio en el área no difiere mucho de la monopolización que se aprecia entre los rriercados madrileños, fundidos en muchas ocasiones bajo unas mismas manos.
Toda esta madeja de inconvenientes no despeja un ápice la incógnita básica, que consiste en averiguar si el Ayuntamiento satisfará los deseos de los vecinos de Las Aguilas, de disponer de un mercado de abastos municipales, construido y explotado por organismos del consejo y controlable por el vecindario a efectos de precios y calidades.
A muy pocos días vista, el tema del mercado quedará dirimido. La opción que resta es o bien la perpetuación de un sistema viejo de comercialización y administración en pie, durante muchos anos y muy sensible a las oscilaciones económicas, o bien la puesta en marcha de un nuevo trato, alejado de favorecer el monopolismo y los vaivenes en los precios de los mercados, capacitado además, para permitir su vigilancia por el vecindario y estimulante para la venta directa del productor al comprador.
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