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Ocaña y el armagnac

Hace justamente una semana se presento en Lovaina el nuevo equipo ciclista belga-holandés, Frisol-Cazelle-Thirion, capitaneado para esta próxima temporada por Luis Ocaña. El polémico corredor, tras la desaparición del Super-Ser, ha encontrado asiento en este reducto un tanto problemático fuera de nuestras fronteras. Y decimos problemático, porque aparte de sus posibilidades, los hombres que tendrá para ayudarle a conseguir algún triunfo por su cuenta, parecen bastante limitados: Romero, que será el jefe de fila para la Vuelta a España, ausente el conquense; los holandeses Raas, campeón de su país, Smith y Priem, sprinters de cierta entidad y... nada más. Van Vacrenbergh, su astuto director, deberá rizar el rizo con lo poco que cuenta.La pregunta clave estriba en si Ocaña completará una nueva temporada -que será la cuarta- en blanco de victorias, salvo las dos etapas, una en la Vuelta a Andalucía y otra en la de Rioja, ambas de 1975. En efecto, ,desde 1973 en que ganó el Tour, primero en 1974 con el BIC, desaparecido también, y mas tarde en el cuadro de Orbaiceta, donde cobraba medio millón de pesetas al, mes, más extras, el palmarés de Ocaña no ha podido ser peor. El Super-Ser tampoco resistió los fracasos y la publicidad de tanta derrota, pues el dinero invertido había sido demasiado.

Ocaña necesitaba volver a correr esta temporada hasta que en una o dos empiece a obtener beneficios de sus viñedos de armagnac, un brandy más fino que el coñac, allá en su finca de Mont-de-Marsan. Frisol, una marca de lubricantes, se ha arriesgado a «patinar» al ficharle. Es posible que también se conforme con la única publicidad nominal de un ciclista decadente. Pero difícilmente obtendrá triunfos. Ni los años ni los esfuerzos realizados perdonan en ciclismo. Al margen de que la crítica, por venir de Espana, no le guste al corredor.

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