El divorcio y los derechos humanos

Muchas cosas sorprenden en la entrevista que publica EL PAIS el día 27 pasado con el padre Aradillas. Que un sacerdote católico se manifieste tan abiertamente en contra de una doctrina ininterrumpida mantenida sobre la indisolubilidad de todo matrimonio, desde León XIII a Pío XI. desde Juan XXIII a Pablo VI. pasando por el Vaticano II. Que afirme tranquila mente, y sin prueba de ninguna clase, que el divorcio corresponde al paquete de derechos humanos, cuando lo cierto es exactamente lo contrario, que ninguna Declaración de Derechos del Hombre, actual ni pasada, reconoce tal derecho y la Convención Europea de Derechos del Hombre de 1950 sólo afirma en su texto original, artículo 12: «A partir de l'age nubile, I'homme et la femme ont le droit de se marier et de fonder une famille selon les lois nationales régissant l'exercice de ce droit.» Poco antes había declarado en el artículo 8.º que «toute personne a droit au respect de sa vie privée et familiale», sin alusión de ningún tipo al divorcio. Pero lo que colma la medida es el uso caprichoso de estadísticas, ya que en la misma página del Informe Foessa que cita se transcribe que el 85,2% de encuestados se muestra de acuerdo o muy de acuerdo en que el matrimonio debe permanecer unido, aun llevándose mal, si hay hijos pequeños. Todo ello sin perjuicio de que cabe hacer muchas precisiones sobre tales encuestas. En todo caso, queda muy claro que una abrumadora mayoría de españoles considera a los hijos cómo el problema más grave del divorcio. Problema que el padre Aradillas trata de soslayar con una afirmación general e indemostrada. Lo menos que cabe pedir a quienes escriben de problemas tan serios es seriedad científica.

Catedrático de Derecho Civil