Azca: un proyecto futurista superado por el presente/I
Cuadriculado sobre la avenida del Generalísimo y la calle de Orense, la avenida del General Perón y Raimundo Fernández Villaverde, el polígono Azca constituye un viejo proyecto pensado hace más de veinte años como futuro corazón comercial y cívico de Madrid.
El solar sobre el que se yergue componía un lugarón descampado, de 20 hectáreas de extensión, destinado casi única y ocasionalmente a la instalación de alguna que otra verbena. En torno a su superficie hueca, rasa tantos años, Madrid seguía creciendo por el Norte en fuga permanente de un centro cada día más apretado y estrecho. Primero fue la colonia norteamericana de Madrid la que habitaba aquellos predios aledaños, en el área del estadio Santiago Bernabéu, Doctor Fleming, Carlos Maurrás y Félix Boix. Luego, la cotización de la vaguada de la Castellana comportó la aparición de casas de lujo, a veces torres, con amplias terrazas y habitadas por familias de clase media alta. Al poco, la instalación de los Nuevos Ministerios y el de Información y Turismo en zonas contiguas, Contribuyó al poblamiento progresivo de toda aquella amplia franja madrileña, donde las edificaciones no tardarían en engarzarse desde la plaza de Castilla hasta las inmediaciones de Fuencarral.
Para el ciudadano medio madrileño resultaba difícil imaginar que sobre aquel inmenso rectángulo desierto de la manzana A de Generalísimo, muchos años después se llegasen a alzar torres de aluminio, cristal y 45 plantas de altura. Sin embargo, desde la administración municipal, el polígono suscitaba ya mucha atención. En la plaza de la Villa constaba ya como un problema irreversible la congestión y densificación comercial y urbana de los tradicionales ejes, madrileños como la Gran Vía o de áreas enteras como la que se amalgama alrededor de la Puerta del Sol. Por ello se seguía con interés el camino emprendido por otras ciudades europeas que intentaban crear nuevos corazones comerciales capaces de amortiguar los colapsos que ya sufrían:
Precedentes
Los primeros paliativos se habían adoptado años antes, en las megalópolis norteamericanas, que vieron crecer en su interior los denominados shopping center, donde el acento prioritario se colocaba sobre la cada vez más necesaria fluidez comercial, dañada por la promiscuidad y el hacimiento urbanos. A esta medida paliativa, manifiesta en conjuntos como el Rockfeller Center, de Nueva York, mimetizados más tarde, en urbes como Estocolmo, Amsterdam o Helsinki, mediante nuevas fórmulas, trató de incorporarse el municipio madrileño con la recogida de la red de ideas vertida por los urbanistas europeos y norteamericanos.
Surgen de esta manera los primeros proyectos, como el de Zuazo y Jensen, presentado ante el Primer Concurso Internacional de 1929. Dentro del esbozo se incorporan criterios incluidos en otros planeamientos en los que, con la prioridad comercial determinante de este tipo de conjuntos, se adosan concepciones sobre las nuevas trayectorias de la vida civil, ciudadana. Se pretende encontrar nuevos receptáculos capaces de aleccionar nuevas formas de relación social entre los ciudadanos y se dispone la adición de otras funciones para los grandes conjuntos comerciales que nacen. Simultáneamente aparecerán en estos centros salas culturales, exposiciones, sedes residenciales, hoteles, espacios libres y toda una ristra de establecimientos que amplían las funciones inicialmente asignadas.
El origen del proyecto
En este clima planificador, los primitivos objetivos quedan detenidos desde los albores de los años treinta hasta 1954, año en el cual la convocatoria de un concurso internacional de proyectos falla a favor del presentado por el arquitecto Antonio Perpiñá. Las líneas generales de ordenación actual se adecúan a las previsiones de su proyecto y en julio de 1957 la Comisaría General de Urbanismo aprueba el Plan Parcial de Ordenación del Centro Comercial desarrollado por este arquitecto. Entre tanto habían surgido dificultades por la parcelación y fragmentación del solar de la avenida de Generalísimo, pero la entonces recién estrenada ley del Suelo salda buena parte de aquellas.
El dato diferenciador lo compone la creación de una asociación mixta, en la cual el sector público y la iniciativa privada se presentarán estrechamente imbricados. En la nueva entidad, que responde a las siglas AZCA —Asociación Zona Comercial A—, la vigilancia y el control corresponderán a la Administración y para el sector privado que dará la solución técnicoeconómica.
Se inicia el proceso de tramitación urbanística y el Plan Parcial de Ordenación resulta visado favorablemente por COPLACO en julio de 1965, para verse sometido, desde abril hasta mayo de 1966, a una etapa de información pública, positivamente sancionada mediante un informe del pleno municipal de 30 de junio de 1966. Un mes después el informe del Consejo de Vigilancia de AZCA positiva el proyecto, que es aprobado definitivamente por la Comisión de Planeamiento y Coordinación del Area Metropolitana de Madrid, el 15 de julio de ese mismo año. Las mismas fases, atraviesa el proyecto de urbanización de la manzana, sancionado favorablemente por COPLACO en noviembre de 1967.
Como quiera que la complejidad resultaba un factor evidente ante la ejecución de un proyecto sobre terrenos cuya propiedad se encontraba muy troceada —salvo una superficie de 25.000 metros cuadrados de patrimonio estatal—, las primeras tentativas se orientaron hacia la indemnización a los dueños de una serie de locales comerciales enclavados en la franja frontera con la calle de Raimundo Fernández Villaverde. Esta inversión alcanzó cincuenta millones de pesetas y dio paso al concurso de especialistas planificadores de varios países europeos y americanos, que comenzaron a aportar sugerencias y a desarrollar estudios sobre el centro comercial. Por ello se puso en marcha una red de trabajos cuya malla contuvo estudios de viabilidad, cartografía, geotécnica, demanda de usos, demanda de transporte y ventilación.
Planificación
El estudio de viabilidad, realizado por el profesor Ramón Lasuén, contempló el crecimiento demográfico, la renta per cápita, capacidad de gasto, las áreas geográficas de venta y toda la urdimbre de expectativas económicas y comerciales previsibles. En cuanto a los estudios sobre la de manda de usos, se calibraron las opciones posibles hasta 1985 en cuanto alude a viviendas, hoteles grandes almacenes, oficinas, locales comerciales, bancos, centros de recreo y esparcimiento, así como la situación y dimensiones óptimas para cada uso.
En el capítulo alusivo a los transportes —posteriormente, el que mayor caudal de controversia suscitaría— se mantuvo férreamente el criterio de separar el tráfico de vehículos del de peatones, destinando éste a la superficie del conjunto y el de vehículos a una red viaria subterránea. Se realizaron previsiones sobre el volumen de viajes atraídos y generados a y desde el futuro conjunto comercial, las asignaciones de tránsito en la red, las frecuencias, duración y demanda de estacionamientos, las capacidades de los accesos y los enlaces previstos con las vías perimetrales y con la red arterial madrileña.
Es de destacar que el emplazamiento del centro comercial se encuentra a caballo entre dos de los cinturones viarios que mayor importancia van a poseer en Madrid, el constituido por las denominadas rondas —Francisco Silvela. Ruiz de Alda, Raimundo Fernández Villaverde, Cuatro Caminos...— y el que se proyecta para engarzar la avenida de La Paz con el área Cuzco. Se calibraron, pues, todas estas partidas y su dotación ulterior al igual que se desarrolló el tema de la ventilación de la infraestructura viaria subterránea.
La aportación más novedosa del proyecto consistiría en la disposición viaria interior al conjunto. Dos niveles, primero y segundo sótanos, esquematizados en forma de anillo central y con sentido unidireccional de la circulación, aparecerían complementados mediante otro sótano, con funciones circulatorias, situado sobre la entre planta. Todos los niveles entroncarían con el anillo central, conectado con los accesos y salidas exteriores, a través de ramales dispuestos conjuntamente en forma poligonal, con cinco lados. La conexión viaria interior con la red exterior se efectuaría por enlaces situados sobre las calles de Agustín de Bethencourt. Raimundo Fernández Villaverde, General Moscardó, General Perón, plaza de la Basílica y Generalísimo, además de otra serie de accesos subsidiarios.
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