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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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La República

Viene una hija de Aranguren a hacerme una encuesta-entrevista sobre múltiples cosas, Las hijas de los padres que amé tanto, hoy me entrevistan como si fuera un santo.-¿Monarquía o república?

Qué sobresalto, por Dios. Pero lo pone en el cuestionario, que es un impreso, y hay una casilla para contestar. Después de mi respuesta, que no doy aquí por respetar el secreto de la encuesta, me quedo pensando eso que me dijo el otro día un «ultra»:

-A las modernas monarquías les encanta gobernar con la izquierda.

Bueno, puede ser el tirón republicano de las monarquías. O el tirón monárquico de las repúblicas. Ese tirón es el que llevó a De Gaulle al poder, por ejemplo, como un Luis XV que supiese escribir buen francés, cosa que me temo no supiera Luis XV.

-Parece que no le molan a usted» mucho las monarquías- me dice el parado.

Pero mí teoría es más sutil. Yo soy un tío muy sutil. Lo que pienso es que la fascinación republicana es tan profunda en nuestro tiempo -quizá el mal del siglo- que por debajo de cualquier sistema incluso por debajo de la dictadura o del sindicalismo vertical. que ya es decir. anda la tentación republicanizante. Desde que Platón se inventóeso de la república, la gente no ha dejado de darle vueltas. Parece que Platón, bujarrón y todo, a veces discurría cosas, el hombre.

-Platón quería una república sin poetas- me objeta el «ultra» de antes.

Pero están los poetas sin república, que es como han estado treinta y tantos años los poetas del Gijón. Y encima ahora les echan patriotas con cadenas para que les desbaraten el endecasílabo. Pero me he comprado el Quevedo de Ramón de Garciasol, a ver qué pensaba Quevedo de la porque lo que piensa Garciasol ya me lo sé.

No es que tengan razón esos que dicen que da igual la forma de gobierno, o de estado, con tal de que las cosas funcionen. Sino que desde la Revolución Francesa para acá, desde que el marqués de Sade, Edith Piaf, Voltaire, don Manuel Azaña, Chevalier y Tierno Galván tomaron La Bastilla, lo que anda por la médula de la Historia, te pongas como te pongan, es el modelo republicano.

-No irá usted a salir ahora con esa pata de banco- teme el parado.

No, porque resulta que donde mejor ha arraigado el árbol republicano. aparte el huerto de Voltaire, es en el huerto monárquico, Don Juan de Borbón dicen que ha hablado, a su paso reciente por Madrid, del refrendo democrático de la monarquía. O sea, que me está saliendo la crónica más monárquica de mi vida. Quizás la única.

El horóscopo que me hizo Pitita me sacaba díscolo y descreído. Otro que me hicieron en Pueblo me daba como cínico y lírico, aparte de ligón. Ahora me llama Rafael Lafuente, el futurólogo malagueño, para hacerme el horóscopo por teléfono, y lo que me temo es que me saque republicano, porque me ha pedido la fecha de pacimiento y yo nací durante aquel esplendor en la hierba que fue la Segunda República Española.

-República funesta de sangre y lodo- salta el «ultra», que parece dispuesto esta mañana a no irse de la crónica.

Eso es un tópico, y lo malo de los tópicos, como dijo alguien, es que son aburridos. Y la República era todo, menos aburrida. Pero conste que me han gustado las palabras de don Juan, y me había tirado de la cama como un curado de Lourdes, dispuesto a hacer la crónica más monárquica de mi vida. En la revista Gentes me sacan enfrentado a Rafael García-Serrano. ¿Seré yo el García-Serrano del otro lado? ¿Seré yo el voluntario de la fiel infantería republicana? Admiro su recia prosa, que transmina pólvora y sangre de bandera, mientras que la mía -!ay!- sólo huele a maderas de oriente socialista y lilas moradas y republicanas de Pierre Cardin. A lo mejor es que sólo soy un republicano de boutique, Pitita.

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