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Gárate, perito en fútbol, ingeniero industrial

Dicen que los futbolistas de ahora ya no son como los de antes. El futbolista de antes era, por orden cronológico, un muchacho muy rico, un hombre muy confuso y un tipo muy triste. Paralelamente al coche deportivo de la primera época, al gran turismo familiar de la segunda y al utilitario de la tercera, le disminuían la cuenta corriente y el número de amigos. Lo cierto es que a los ex jugadores de fútbol se les notaba mucho el «ex».

Gárate es un futbolista de ahora. Para empezar, cuando alguien le pregunte si prefiere jugar en el centro o a la izquierda, nunca responderá «me es inverosímil», como hizo aquel colega suyo que confundía un punto y seguido con un punto de penalti.

Hay que advertir, sin embargo, que Gárate pasa por un momento delicado. Cada vez está más lejos de la titularidad en su equipo. Hace una semana, mientras volvía a ingresar en un dispensario, para curarse una pierna, confesaba que ésta va a ser su campaña final.

Por su aventajada formación técnica, Gárate pudo y debió ser un fútbolista de largo recorrido. Era lógico pensar que, igual que otros grandes jugadores, iría cediendo terreno de juego; cambiando sucesivamente el área rival por el mediocampo, y el mediocampo por el área propia. Ya se sabe que los grandes arietes tienen mucho por venir como líberos; en fútbol, igual que en la guerra de guerrillas, el arte de sobrevivir es el arte de retirarse. Y él cometió un error: no supo retroceder a tiempo. Cuando quiso darse cuenta, cada defensa contrario habla podido permitirse el lujo de darle un puntapié, y quizá de enviarle a la clínica, al módico precio de una falta al borde del área.

Hace ya mucho tiempo que Gárate celebra sus goles con la cabeza baja, como se celebraría un cumpleaños a sabiendas de que es el último. Sin embargo, nadie puede acusarle, de irresponsabilidad ni de falta de entusiasmo. A saber, ha dado ya varias lecciones de profesionalisnio. Ha demostrado que se puede llegar a internacional «A» sin perder los exámenes de junio y que, en suma, es posible luchar hasta la extenuación en el campo, antes de estudiar seis horas diarias. Tampoco tiene motivos para sentirse insatisfecho: gracias a los golpes es un futbolista sin futuro, pero gracias a las horas de estudio es un prometedor ingeniero industrial.

Una vez que se marche, habrá un par de semanas dificiles en su vida: seguramente recordará con alguna tristeza cuánta emoción había, en el segundo anterior a un En cambio se puede asegurar que no va a despertarse por las noches cantando por segunda vez los goles que marcó: simplemente pasará con la cabeza baja, como ha celebrado los últimos, de firmar autógrafos a firmar. planos de ingeniería.

Gárate es un fútbolista de hoy, pero no constituye un único ejemplo. Salcedo, Manuel González y otros muchos también van a poder saltarse el «ex».

Aunque todavía hay un gran número de jugadores despreocupados que no van a saber qué hacer dentro de diez años con esos pocos millones que están ahorrando, hay también otros que no se conforman con ser peritos en goles y quieren convertirse, como Gárate, en ingenieros de otra cosa.

Tienen razón los que dice n que los futbolistas de ahora ya no son como los de antes.

Afortunadamente.

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