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Accion judicial contra los responsables de los atentados de Durango

Hace casi una semana que finalizaron las fiestas de la localidad vizcaína de Durango y aún se observa en aquella población un ambiente tenso y de miedo. Los jóvenes durangueses, y, sobre todo, los que pertenecen a la comisión de festejos, temen represalias de los extremistas de derecha que parecen estar molestos por la publicidad que se está dando a sus últimas acciones.

Pese a todo, la comisión de festejos sigue trabajando decididamente por conseguir la total aclaración de los hechos, acaecidos durante las fiestas. A tal efecto ha elaborado un completo dossier -fotos incluidas- que han hecho público antes de entregarlo a un grupo de abogados que tratarán de llevar ante los tribunales a los posibles responsables ejercitando la acción pública. El estudio recoge los sucesos ocurridos en Durango entre los días 10 y 13 -ambos inclusive- con unos sucesos preliminares y unas consecuencias posteriores.La historia se inicia -según el dossier- el día 8 de este mes, cuando en vísperas de fiesta, el alcalde de Durango, Francisco Amorrortu, y el teniente de la Guardia Civil -al parecer con el visto bueno del gobernador de Vizcaya- comunican a las cuadrillas que podrían utilizar las ikurriñas, los gritos y canciones tradicionales a lo largo de las fiestas, siempre que no fueran ofensivas a las fuerzas del orden. El día 9, los jóvenes desfilaron por la localidad, en medio de un verdadero fervor popular portando ikurriñas y otros símbolos vascos.

El día 10, a las 10.45 de la mañana, cuando varios jovenes clavaban una ikurriña en un palo, fueron atacados por cuatro desconocidos -uno de ellos sería identificado por algunos jóvenes de la localidad posteriormente-, que les golpearon con cadenas y objetos contundentes al grito de iVenga ya, vamos a darles fuerte! El alcalde tras una asamblea improvisada de 3.000 personas indignadas parece incapaz de asegurar la protección de la población.

Altercados

Tras un día 11 absolutamente normal, a las tres de la madrugada del día 12, un grupo compuesto por alrededor de 20 personas -siempre según el contenido del dossier-, provocan serios altercados en la calle Zumalacárregui, de Durango. Tras proferir gritos como Viva España, Viva Cristo Rey y Quitar las ikurriñas, agredieron indiscriminadamente con objetos contundentes y cortantes a los jóvenes que se encontraban en la puerta y en el interior del bar Tallas, en donde arrojaron un bote de humo. Por unos minutos, los desconocidos desaparecen de la zona y vuelven a hacer acto de presencia unos 500 metros más abajo en la misma calle, golpean a la gente que se encontraba en las inmediaciones de la la Telefónica y producen varios heridos. Una sala de fiestas es también desalojada a golpes. Crece la tensión y el temor de los jóvenes durangueses, que en una asamblea de unas 400 personas, decider crear piquetes de autodefensa ante la actitud del jefe de la policía municipal, que parece adoptar una actitud pasiva.

A medio día el alcalde se persona en el ambulatorio, en donde se había efectuado curas a 13 personas heridas por golpes de extremistas de derechas. Unas horas más tarde, a las 6.30, nuevos incidentes son provocados por elementos de la misma identidad. Un joven que porta una ikurriña es derribado de dos patadas -una en los testículos- por un individuo, que el dossier identifica a quien acompañaban otras tres personas que le arrebataron la bandera vasca y la arrastraron en un espacio de 100 metros. Seguidos por un grupo de jóvenes, los cuatro desconocidos increparon a sus perseguidores con frases injuriosas. Los extremistas -según afirman los testigos- presentaban síntomas de embriaguez y hacían frecuentes ademanes de echar mano a sus armas. En un momento determinado, un joven arrebata la bandera a uno de los individuos, que persigue a aquél a punta de pistola durante 50 metros. El jefe de policía llega en ese momento y expulsa de la plaza a los cuatro individuos.

Disparos

Los incidentes más graves tienen lugar, sin embargo, el día 13, día de San Fausto, patrón de Durango. A las 4.30 de la madrugada ante el bar Herriko Taberna, lleno de jóvenes, con una veintena de ellos en la puerta, hacen acto de presencia dos individuos, uno de pelo rizado y bajo y el otro alto y con boina -a quien identifican los jóvenes de Durango. Los dos desconocidos efectúan en dos ocasiones varios disparos. Dentro del local -en donde se han atrancado las puertas- los jóvenes están soliviantados y se reparten estacas y botellas ante una eventual defensa. Los vecinos observan estas escenas desde los balcones de las casas cercanas.

Cuando los dos hombres armados se alejan se montan otra vez controles de autodefensa. Uno de los coches que se detiene es un taxi Renault-12 blanco, con placa de servicio público, en el que viajan el capitán de la Guardia Civil de la zona, de uniforme y armado con un fusil ametrallador. Le acompañan otros dos guardias civiles de paisano. Un jeep de la Benemérita llegará unos minutos más tarde: la zona queda acordonada y desalojada en breve espacio de tiempo.

Ese mismo día, a las diez de la mañána, la comisión de festejos se reúne en el Ayuntamiento. El ya citado capitán solicita hablar con la comisión que se niega al diálogo. El mismo amenaza con llevar a juicio a todos los componentes por «incitar -dice- al pueblo contra la Guardia Civil».

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