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GENTE

Clemente Domínguez,

el obispo cismático-católico de El Palmar de Troya, al terminar una homilía dio un «Viva la Virgen» (del Palmar) al que siguió otro ¡viva! dedicado al obispo por una fervorosa devota. Otro fiel en desacuerdo gritó a su vez: «Aquí se dan vivas a la Virgen pero no a Clemente». «¿Quién ha gritado eso?», preguntó amoscado el obispo. « ¡Un hijo de Dios!», le contestaron. «Pues que salga inmediatamente de aquí» -replicó Clemente. «Aquí el único que da vivas soy yo». Paisano este Domínguez de Paquito Camino. Lo cuenta Narbona en Arriba.

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