Gil Robles y Areilza, en una nueva alianza de la derecha
Dos sectores antagónicos de la derecha española despliegan en los últimos días una excepcional actividad: en efecto, tras el lanzamiento de la Alianza Popular, patrocinada por seis ex ministros de Franco, una alianza de signo distinto, encabezada por otros dos ex ministros, (uno de la República, otro de la Monarquía), prepara ahora su estrategia de cara a las próximas semanas.Los señores Gil-Robles y Areilza podrían plantear su opción en un terreno divergente al de la Alianza Popular: España no necesita la pervivencia del sistema de intereses creados por el régimen de Franco, sino disponer de una derecha capaz de impulsar al país hacia un sistema diametralmente distinto al de Franco, cual es la democracia inorgánica de los países del occidente europeo. En su opinión todo planteamiento político carece de viabilidad mientras no vaya unido a un programa económico a corto y medio plazo, que carece de sentido mientras no sea previamente pactado con las fuerzas reales de la política y la vida laboral.
Por otra parte, los firmantes del manifiesto de Alianza Popular celebraron ayer una nueva reunión, en la que estudiaron su postura frente al proyecto de ley de reforma política y sus principales actuaciones públicas en las próximas fechas, en las que se incluye, al parecer, una rueda de prensa.
En otro orden de cosas, Javier Carvajal, secretario general de UDPE, presentó ayer a esta alianza como «una opción de unidad que pretende asumir un reformismo perfectivo en la continuidad», y que ofrece la opción «de una democracia fuerte en un Estado fuerte», en el curso de una conferencia pronunciada en el Club Siglo XXI. También se dolió de «las maniobras para que la Alianza no se consolide».
Por su parte, círculos. próximos a la Alianza Popular señalan la dificultad que supone una dirección colectiva, como la ahora existente. La ausencia de una jefatura personal dificulta las decisiones más urgentes, entre ellas la opción entre el diálogo o el distanciamiento del actual Gobierno, que ahora podría dividir las opiniones de algunos directivos del naciente partido. La mayor parte de éstos podría considerar éticamente discutible la participación en el proceso electoral desde el poder, procedimiento habitual en las dem ocracias convencion ales, pero no admisible -siempre según fuentes próximas a la Alianza- en un contexto en el que el ejecutivo carece del respaldo del sufragio universal.
Otras fuentes próximas a la Alianza insisten en que no existe por el momento financiación de la gran banca a la iniciativa de los seis ex ministros, aunque reconocen la existencia de conversaciones con altos niveles de la banca madrileña. La negativa de los dos grandes bancos vascos a participar en el apoyo a la campaña electoral de la Alianza, ha sido al parecer definitiva y terminante.
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