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Pegar a los periodistas

EL PASADO miércoles expresábamos una opinión contraria a la oportunidad de la jornada de lucha convocada para ayer en Madrid. Otros medios de información -cada cual con su criterio- opinaron también que resultaba políticamente arriesgado echar tal pulso al Poder.EL PAIS cuenta hoy lo sucedido ayer en Madrid. Al balance de trabajo que ello supone tenemos que sumar el apaleamiento por la fuerza pública de cinco redactores -Marisa Flórez, Karmentxu Marín, Pedro Montoliú, Andrés Manzano y Ricardo Martín-. Todos ellos debidamente acreditados con todo el vario arsenal de acreditaciones profesionales, empresariales, ministeriales, carnés o escarapelas de demostrada ineficacia en casos como éste. Otros profesionales de la información han recibido igual trato de las fuerzas del orden en su actuación callejera. No vamos a ser tan ingenuos como para pretender que los periodistas no corran el menor riesgo cuando cubren informaciones conflictivas o simplemente peligrosas. Pero la repetición de agresiones a periodistas cuando hacen uso y ostentación de su condición de informadores rebasa de veras los límites de la paciencia y la comprensión por él trabajo ajeno.

Los redactores de EL PAIS enviaron ayer telegramas de protesta al ministro de la Gobernación. El gobernador civil de Madrid se puso en contacto con el director del periódico para expresarle su sentimiento por lo sucedido, actitud que agradecemos y valoramos. Pero, al margen los golpes recibidos por nuestros compañeros, que son humanamente irreparables, hay que traspasar de la anécdota a la categoría. O las fuerzas de orden público son enseñadas y adiestradas a que dicho orden sea democrático, o difícilmente vamos a ver aquí una verdadera reforma política. No decimos que la policía no tenga que recurrir en ocasiones a métodos contundentes ante manifestantes que tiran piedras o levantan barricadas. Pero los periodistas no son manifestantes nunca y no hay ningán riesgo en agredirles, pues no se suelen defender de estos ataques más que exhibiendo la credencial de informador. Testigos presenciales comprobaron ayer en Madrid que hubo violencias innecesarias por parte de la fuerza pública. La contestación del poder ha sido como nos temíamos, de una dureza injustificable.

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