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Nueva York: aplausos a Marcelino Oreja en el Consejo de Relaciones Exteriores

El encuentro que tuvo el ministro español de Asuntos Exteriores con el Council of Foreign Relations (Consejo de Relaciones Exteriores), ha sido, posiblemente, el más crítico que ha mantenido ningún ministro español en su visita a esta prestigiosa institución, relacionada con la política oficial internacional de los Estados Unidos, pero independiente en su organización y funcionamiento. El encuentro tuvo lugar cuando llegaban noticias a Nueva York sobre los graves incidentes de Madrid, el estado de anarquúia creado por la extrema derecha, y la profundidad del movimiento político y sindical del País Vasco y de Tenerife, y la reivindicación de los trabajadores de Correos y Telégrafos.

Según lo trascendido del encuentro confidencial, la mayor parte de las preguntas formuladas al ministro tras de su exposición de unos 2 minutos, se ciñeron al problema sindical, a las posibilidades de que el Gobierno trasvase conversaciones y negociaciones eficaces con h movimientos obreros, sobre la proliferación de partidos políticos y su posible explicación, al párecer el ministro se esforzó en explicar que la proliferación de siglas se debe a un intento comprensible de organización de partidos con ancha base, que, debido a muclic años de falta de experiencia polítca, deben comenzar por agrupa pequeñas organizaciones locales.Otro de los temas de preocupación del auditorio, de unas cuarenta personas, fue la posición de Partido Comunista, y sus posibilidades de legalización. El ministro dejó entender, según se cree saber, que no era este el momento para dar este último paso.

El Consejo de Relaciones Internacionales, sin embargo, ha abierto una vía de diálogo con los comunistas, en previsión de acontecimientos en el cuadro español, y por eso, el jueves, escuchó a Ramón Tarnames, que actuó de ponente en la exposición que hizo ante este mismo público Rafael Calvo Serer, el líder monárquico independiente que tanta influencia tuvo en la formulación de las enmiendas democratizantes que acompañaron al Tratado de Amistad y Cooperación entre España y los Estados Unidos, aprobadas por el Senado norteamericano.

El Council of Foreign Relation es una importante aguja de marear de la política exterior y económica de los Estados Unidos. Se le relaciona siempre con un papel de prospección sobre la conveniencia o no de que los Estados Unidos se sientan implicados en el desarrollo político y económico de otros países. Es conocida la preocupación de este Council sobre la política fiscal de los países que, por medio de sus portavoces, se autopresentan ante él.

En este respecto, no cabe duda de que el señor Tamames ha hecho una exposición muy convincente, de mayor consecuencia que la que hayan podido hacer los ministros de Franco, o el ministro de un Gobierno de transición. Para la mentalidad política y económica de los norteamericanos, una de las pruebas de seriedad de la política interna de un país extranjero es la profundidad de las políticas fiscales, cómo alternativa al desorden y a las opciones revolucionarias. La larga experiencia económica de Tamames, y su conocido radicalismo fiscal, no dejarán de encontrar comprensión en el Council.

La exposición de Oreja ante el Council abundó mucho abundó mucho en la elucidación del programa de reformas del Gobierno Suárez. Parece ser que en este capítulo encontró amplia comprensión y simpatía el papel jugado por el Rey.

Apenas se le prestó atención al desarrollo del tratado de Madrid, y sus consecuencias para España. La explicación puede encontrarse en el hecho de que España sólo podrá sacar partido de ese tratado mediante una rigurosa solución de sus problemas políticos, en favor de la democratización del país, mientras que los Estados Unidos tienen asegurada la rentabilidad inmediata mediante el usufructo de las bases.

Cuando el tratado sólo lleva unos pocos días de vigencia, es lógico suponer que los Estados Unidos no se sientan presionados por una clarificación de sus consecuencias políticas internacionales, mientras que aún pueden contemplar con cierta lasitud la falta de interés, por parte española, para explotar todo su potencial, a la espera de posiciones más resueltas de nuestro Gobierno. La misma estructura de la visita del ministro a esta parte del mundo refleja un desigual reparto de los intereses españoles: cuatro días de visita a las Naciones Unidas, para un repaso general a los asuntos internacionales de España, frente a un solo día de visita a Washington para empezar a explotar el Tratado de Amistad y Cooperación, que es de por sí un tratado específico y concreto. El acercamiento un tanto descomprometido y no urgente al tratado queda reflejado en la brevedad de la visita del jefe del Alto Estado Mayor español a Washington, que durará apenas unas horas.

La exposición del ministro ante el Council of Foreign Relations fue saludada con una explosión de aplausos, reflejo de la satisfacción causada por la franqueza y poca pretenciosidad de la exposición del ministro, resultado de su plena conciencia de ser ministro de un Gobierno de transición, y de su experiencia de muchos años de actividad diplomática en esta misma ciudad de Nueva York. El ministro se ha mostrado diligente en el encuentro con otros colegas, y hasta ahora ha mantenido entrevista entre otros, con los de Arabia Saudí, Irán, Yugoslavia, Italia, Francia, Bélgica (este ministro ha aceptado realizar una visita oficial a España entre el 8 y el 15 de octubre, la primera oficial de un ministro de Asuntos Exteriores de Bélgica), Colombia, Venezuela, República Federal de Alemania, y otros.

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