En busca de una estabilidad a medio plazo
Como casi siempre suele suceder cuando se trata de un proyecto dirigido a una comunidad entera y pluralista, el Plan Barre de lucha contra la inflación está chocando con una oposición espesa indiscriminada, que recorre el abanico político francés y en la que es muy difícil saber dónde empieza la hostilidad política pura y dónde termina el oportunismo. Desde la Confederación del Palronalo que apoya La generalidad del Plan, pero que lo considera demasiado tímido como para atraer las inversiones, hasta el Partido Comunista que lo califica de proyecto reaccionario favorable sólo algran capital, hay opiniones para todos los gustos. A nadie puede sor prenderle que así sea y mucho menos al tándem Giscard-Barre qué en este asunto parecen haber actuado en perfecta armonía.
Como si fuera un bloque articulado y pod eroso -lo que, ¡ay!, está bastante lejos de la realidad- la oposición socialista y comunista ha rechazado de plano el proyectojo ha anatemizado con la retórica al. uso y ha dicho, sin más, que se opondrá con todas sus fuerzas a su ejecución. Lo que, porsupuesto, a nadies or prende, ni puede sorprender.
Tampoco puede sorprender á nad ¡e- que losgrandes. núcleos sindicales se preparen para organizar ya «una respuesta enérgica e inm'ediata» el próximo'7 de octubre, respuesta obligatoriamente simbólica, a la que podían unirse sectores profesionales, o la propia «Force Ouviére» que se ha negado aseguir las consignas de la CGT.
Para el patronato del plan es «insuficiente» pero parece dispuesto a apoyarlo, aunque sea con todas las reservas. Naturalmente los empresarlos piden que se «devuelva a las empresas la absoluta libertad de gestión». Los pequenos y medios empresarios son mas reticentes que los grandes patronos. Consideran que el Plan anti-inflación beneficia a las grandes empresas perjudica a los pequeños comerciantes y empresarios, y obligará a cerrar no pocos negocios. Lo que resulta paradójico es que la izquierda acusa a Giscard y a su primer ministru de haber irilaginado tímidamente este, proyecto, para contentar a dos estamentos muy concretos y electoralmente poderosos, los pequenos comerciantes y empresarios ylos campesinos.
Tanto las cámaras de agricultura, como la Federación Francesa de Agricultores,y las organizáciones de jóvenes campesinos se quejan de que la ayuda otorgada (6.000 millones de francos) para resarcir al campo de la sequía sea insuficiente. «A los campesinos todoJes parece .Poco», dijo recientemente, un diputado de lamayoría, reflejando sin duda la actitud de una parte nada desdeñable de la población urbana francesa, para quien es difícil de entender por qué debe pagar más impuestos y ¡educir el consumo para ayudar a una agricultura cada vez más problemática y a unos agricultores cada vez más levantiscos.
Sea como sea, Barre cuenta con una mayoría impresionada por sus palabras y por la radicafidad de su Plan (la oposición piensa que es insignificante, y que se queda a medio camino) que le recuerda aquel durísimo -y eficaz- plan de estabilización de 1963 inventado por el entonc.esjoven ministro de Finanzas, Giscard.
El desafío del tándem Giscard-Barre se inicia nada menos que a finales de este año. Hasta entonces los sacrificios a los que inevitablemente estarán sometidos los franceses no darán sus frutos. A partir de entonces, -en el horizonte las municipales y un año después, las legislativas- se verá si el arriesgado proyecto da sus frutos o se cancela, coino ya vaticinan no sólo los socialistas y los comunistas, sino también el señor Pinay, en un discreto fracaso. Al agarrar el toro por los cuernos. Giscard el liberal, y Barre el tecnócrata, han escogido la única ruta transitable hacia una sociedad democrática avaníada: la.estabilidad de los precios, del empleo y del consumo. Las inversiones, asegura el primer ministro, vendrán después...
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