Una izquierda cultural
Existen hoy en España, por lo menos nominalmente, un centenar largo de partidos, cuyos nombres, que reiteran, en una pobre y monótona arte combinatoria, las palabras «dernocrático», «popular». «social» y pocas más, portenecientes todas al mismo repertorio, hacen que los títulos completos sean tan inexpresivos y confusos como sus siglas. Es sorprendente -y, según veremos, gravemente sintomático- que, aún cuando no fuera más que para romper esa monotonía, e introducir en el lenguaje político cierta modernidad, a nadie se le haya ocurrido rotular su propio partido -pues en efecto, al paso que vamos, cada ciudadano. dispondrá, en la inminente sociedad de consumismo político de partido propio- con el nombre de Nueva Izquierda, o algo semejante, en relación con el movimiento de esta denominación en Inglaterra y las Estados Unidas.La Nueva Izquierda, tal como yo la entiendo, consistiría o habría consistido, esencialmente en una nueva ampliación de los tomas de discusión y decisión políticas. En un principio la política se refería exclusivamente a la forma de Gobierno y del Estado (absoluto o constitucional, monárquico o republicano, unitario o, federal), y durante la época del liberalismo del laissier aller no se podía concebir que el Estado se inmiscuyese en asuntos tales como la limitación de la jornada de trabajo, de la edad .laboral o de la seguridad social. A partir del marxismo, la conflictividad política, se extiende a lo, económico que, desde entonces ocupa, cada vez más, el centro de aquélla: socialismo, capitalismo, comunismo, neocapitalismo,discrepancias, radicals en cuanto a la propiedad de los bienes de producción y aún sin llegar a ellas, intervención en,la economía, economías mixtas, política de desarrolló, distribución equitativa de la renta nacional, etcétera. Lo que en una ulterioÍa.inpliación se propone o se propuso la Nueva Izquierda fue la extensión del inteivencionismo político a otros espacios: el de la relación eel hombre con la naturaleza y la defensa ecológica de ésta; el de la relación del hombre con su historia y la configuración política de ésta; el de, la relación de los hombres a escala comunal -la gran creación de Mao Tse-tung, según entre nosotros han hecho ver bien, en número reciente de la revista catalana El Ciervo José Antonio Fernández Ordóñez y sus compañeros, de viaje a China- y a escala familiar (formas de sexualidad y sistemas de parentesco). Y corno consecuencia de esta fabulosa ampliación de lo que, políticamente, se ha de hacer o impedir hacer, Ia.Nueva Izquierda ayudaría a la creación de un nuevo estilo de vida y, otra vez corno en la China de Mao, las revoluciones Política. Clásica y económica, que darían, englobadas en y de ninguna manera, reemplazadas por una revolución cultural» contra el predominio de los aparatos de partido que, flatalmente, segregan una minoría elitista, es decir, una nueva clase, una tercer a clase que no es ya la, vieja, burguesía, pero que se separa del pueblo fácilmente cae en tecnoburocracia de estilo soviético.
En artículos anteriores he hablado, de la democracia, como asunción de unayesponsabilidad plenamente participatoria, democracia como moralpersonal y social. La democracia se ha de .construir desde la relación sexual y la familia, desde los pueblos, los barrios y, las asociaciones de vecinos, desde la liberación de las mujeres y la afirmación sindical, desde la protección de la naturaleza frensu devastación que la «explota» hasta:el límite mismodesu agotamiento o, su «explosión»:, desde un equil.ibrio. hoy, a punto de perderse, entre la población del campo de los puleblos, de las pequeñas ciudades,y la gran ciudad. Los peores enemigos de la democracia, los que más eficazmente Ian contribuido al surgimiento de la ciudad de masas, han aido los alcaldes y concejales de las grandes urbes y quienes, vueltos de espaldas a una política ecológica, han acudido a soluciones tecnocráticas, atentas sólo a la máxima productividad a cualquier precio o a que la venalidad de las autoridades se haga cómplice de los mayores desafueros. Luchar para que los parques y jardines no sean sacrificados al agio, las viviendas sean sanas y bien construidas, exista una amplia y tupida red de transportes públicos, las calles sean transitables y la atmósfera en ellas respirable, y -sin caer en conservacionismos arcaizantes o estetizantes-, - los conjuntos urbanísticos valiosos sean respetados, es luchar, a una profundidad mayor que la estre chamente político-partidista y par lamentarista, por la realización de la democracia.
Estoy hablando en este artículo, predominantemente, de la defensa -de la naturaleza, como entorno biológico y-como paisaje estético, de lo cultivado en ella -agri-cul tura-, sacado de ella,y trabajado en seguida-por el hombre -industria- y construido sobre ella -morada del hombre edificada por él-, Mas junto a esa realidad natural o cuasi natural, cultura objetivada, hecha cuerpo y realidad material, hay también la realidad hisiórica; en nuestro caso la realidad histórica de España. ¿Cuál es, cómo se ha hecho y rehecho o contrahecho. esta realidad no natural. sino histórica? Es éste un tema de estricta democracia, en el sentido, cultural que inmediatamente explicaremos, tema que habremos de tratar en sus tres vertientes principales, en artículos subsiguientes: la de la verdaderaunidad estatal de España, uniforme, centralizada y monolítica; o varia, diferente, autónoma y compuesta de diversas nacionalidades.
La realidad histórica, de la verdadera unidad religiosa de.España, la del Estado católico, la Inquisición y la negación de la libertad de la fe, o, por el contrario, la de la unidad en cuanto a la humana búsqueda del sentido dela vida que unos encontrarán en alguna religión positiva otros en la pura religiosidad, cada vez más, nos guste o no, en la pura inmanencia intramundana. y pocos esperémoslo, en. nada podrán encon
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Una izquierda cultural
Viene de la pág. 6ltrar. Y, en fin, tercera vertiente, la consecuencia histórica de un estilo de vida católico-puritano (los extremos se tocan) y contrarreformador ha sido una concepción asimismo impuesta, de la moral sexual del matrimonio y de la fámilia. concepción que hoy está culturalmente puesta en cuestión.
.¿Qué quiero decir con la palabra «culturalmente», que acabo de escribir v. en términos más generales con el título mismo. «izquierda cultural», de este artículo? De ninguna manera tomo la palabra «cultural» en su acepción culturalista, sino en la más amplia y enraizada en la realidad, que procede de la antropología cultural: cultura como el sistema total de la forma histórica de vida, desde el sistema de lenguaje y habitat, el de parentesco y el de propiedad y subsistencia económica. hasta las creaciones de la religión y el arte, la ciencia y la tecnología. Con todo ello tiene que ver, con todo ello se ha de hacer democracia.
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