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La intervención del presidente causó buena impresión a la mayoría

El pasado viernes, día 10, el presidente Suárez se dirigió al país por RTVE para anunciar su reforma política. No explicitó esa reforma -que seria conocida con posterioridad-, sino que se limitó a hacer una enumeración de generalidades de intención política. Empero, pese al aspecto fatigado y la mala dicción del señor presidente, el 59 por 100 de los españoles recibió una buena impresión, de este mensaje, poco más de un 16 por 100 la tuvo por muy buena y un 2 por 100 la calificó de mala. Entre otros, estos son los datos recogidos por Metraséis en una encuesta realizada inmediatamente después de la intervención presidencial.

Sólo uno de cada tres españoles vio en directo o diferido por televisión el mensaje presidencial. Un 76 por 100 de la población tuvo por bueno o muy bueno el discurso, aunque también una mayoría absoluta estima que las palabras del señor Suárez -a pesar de la buena impresión- no han respondido a la expectación despertada ni ha despejado las interrogantes de los españoles respecto a su futuro político.Un 60 por 100 de los consultados se siente ahora más optimista cara al futuro que antes del mensaje, mientras que, globalmente, un 7 por 100 piensa que ahora tiene razones genuinas para ser más pesimista.

Dos de cada tres españoles han advertido la diferencia de tono entre las intervenciones del señor Suárez y las del señor Arias Navarro, y se muestran partidarios del léxico utilizado por el primero.

La tabla de contestaciones acerca de la pregunta clave (¿Tenemos más o menos interrogantes políticas que antes?) es la siguiente:

En cuanto a estratos de edad, son los mayores de cicuenta y cuatro años los más impresionados por las palabras del señor Suárez, impresión que disminuye sensiblemente en los menores de treinta y cuatro años. De la misma forma, son aquellos que sólo cuentan con estudios primarios los más entusiastas, en tanto que se enfría el entusiasmo entre los que carecen de estudios y entre los que han estudiado una carrera superior.

En las pequeñas ciudades (entre 10.000 y 100:000 habitantes) es donde hay que buscar la mayor credibilidad presidencial, siempre más entre las mujeres que entre los hombres. La encuesta no ha tabulado los niveles socio-económicos de la población consultada. Pero no es difícil colegir que la intervencíones pausadas, tranquias y sencillas del presidente están calando con cierta fuerza en capas de la clase media baja adulta y me dianamente ilustrada. Aun a riesgo de aventurar hipótesis políticas so bre estadísticas de urgencia, parece como si el señor Suárez hubiera acertado en aproximarse a una suerte de poujadismo a la española, en el que puede encontrar una extensa clientela.

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