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Reportaje:La política exterior en una democracia / 1

Los partidos y sindicatos alemanes actúan internacionalmente

«Conseguir una generación de diplomáticos demócratas es un proceso muy largo», me dice el doctor Günter Gruftwald, director-gerente de la fundación Friedrich Ebert, la prestigiosa institución de estudios, ligada al Partido Socialdemócrata, y fundada por el primer presidente de la república de Weimar. «Después de la derrota de Alemania, la experiencia diplomática de los funcionarios no servía para nada. Más valiosa era la de muchos exiliados políticos, algunos de ellos vinculados a la fundación Ebert, que al volver conservaron sus contactos con los aliados. Fue así como empezó a reconstruirse la política exterior de Alemania, en un contexto democrático. »El proceso de formación de la voluntad internacional del Estado alemán occidental implica la participación de millones de sujetos, cuyas motivaciones y opiniones son coordinadas por multitud de cuerpos intermedios, pertenecientes a la educación, los sindicatos, la industria, las finanzas y los partidos. Si esto es así, aproximadamente, en todas las democracias, en la alemana se presenta de un modo singular, porque debido a las experiencias europeas con una diplomacia alemana demasiado volcada a presionar con el poder, el Gobierno federal se guarda mucho de inspirarse meramente en un cuerpo de diplomáticos y expertos.

Un origen diferente

La política exterior alemana se forma de modo muy distinto al de otros países. En Estados Unidos, parece originarse en centros de interés económico, en cooperación con élites políticas y académicas; los sindicatos y los partidos cuentan apenas. En Francia, desde De Gaulle, el proceso es controlado por un solo hombre, el presidente, que deduce la acción exterior de la sana doctrina sentada de una vez por todas por el general-presidente. En España, el erial exterior de la época de Franco ha hecho de la diplomacia una tarea aleatoria y empírica, siendo excepcional la tarea de sistematización llevada a cabo durante años por Castiella, y siendo común el buen saber y entender del ministro de turno, desde la pulverización de la diplomacia por López Bravo, a la de la política por Cortina, pasando por la instintiva aversión de Areilza por la planificación.

En Alemania, la sociedad sopla fuerte en las velas exteriores. La experiencia internacional es casi un mandato educativo. En efecto, hay muy pocas familias con hijos en edad de estudiar que no los hayan enviado al extranjero de tres a cinco veces, con fines educativos.

Sindicatos y partidos

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Un segundo caudal que empuja la acción exterior es el mundo laboral. Una confederación de sindicatos que agrupa a nueve millones de los trabajadores más productivos del mundo, tiene responsabilidades internacionales que resultan de su pertenencia a las organizaciones sindicales europeas. «La política internacional de la federación de sindicatos alemanes no puede ser ignorada por el Gobierno», me dice Erwin Kristofersen, director de Relaciones Exteriores.

. El tercer caudal lo aportan los partidos políticos, que son en puridad partidos internacionales. «Las relaciones con los partidos hermanos nos proporcionan una información básica para la política exterior», dice Josef Thesing, director de relaciones con América Latina de la fundación Adenauer. Por encima de este nivel se da forma a los programas de los partidos. «Las grandes líneas de la política exterior y de defensa del partido, que luego se hacen política de Gobierno, se determinan en el congreso del partido -dice Veronika Isenberg, de la socialdemocracia- En la presidencia colectiva del partido se practica un proceso de coordinación para la política exterior, porque en la comisión se reúnen miembros del partido que están en el ejecutivo o en el legislativo. »

Pero no es esto todo. Quede para otro día la descripción del instrumento más original, creado por los alemanes para participar en la política exterior: las fundaciones.

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