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Chirac invita al gaullismo a dar la batalla al "colectivismo"

El antiguo primer ministro, Jacques Chirac, lanzó ayer un «llamamiento» a sus compañeros del movimiento gaullista, UDR, invitándoles a la unión y a consagrarse, con él, «a la batalla política» contra el colectivismo que, a su juicio, amenaza a Francia si la izquierda gana las elecciones legislativas de 1978. Este mensaje sucedió a un comunicado público, de cuarenta y ocho horas antes, en el que Chirac dio la impresión de olvidar las querellas «del pasado y de partidos», y se disponía a reanudar su acción política conjuntamente con la mayoría gubernamental.

En el nuevo «llamamiento», Chirac ha vuelto a insistir: En las próximas legislativas, Francia se juega su destino... Cada francés debe saber que la permanencia de nuestras instituciones será puesta en entredicho... Cada francés debe saber que es inútil esperar la división de nuestros adversarios. Yo os invito a defender los valores y virtudes que son nuestro orgullo y que hacen la grandeza de nuestro pueblo.La iniciativa del «bulldozer» sorprendió por el tono dramático, que recordó los mejores tiempos del «tremebundismo gaullista», y también por lo que dejan entender sus propósitos. En primer lugar, su actitud se interpretó como un una ruptura con la tradición de la V República, según la cual el presidente y el primer ministro conducen a la mayoría gubernamental en los momentos necesarios. Chirac con esta intervención, parece colocarse definitivamente al margen de la estrategia definida por Giscard d'Estaing.

De hecho, Chirac no hace más que poner en práctica unas ideas que difieren fundamentalmente de las del presidente y que fueron las que lo separaron. En el pleno de la estrategia puramente política, Giscard cuenta con la división de la izquierda, de aquí a las legislativas. Y piensa convencer a una parte de ese electorado con sus reformas y venciendo la inflación. Para Chirac, todo lo que se gane con las reformas no igualará a lo que se pierda, porque a su juicio, los franceses son fundamentalmente chauvinistas, conservadores, mojigatos y ahorradores.

Chirac hubiese querido adelantar las legislativas, a lo que se negó Giscard. Y, por esto, ahora, su única obsesión es la «batalla política» y su arma movilizadora, el fantasma de la «aventura colectivista».

La vuelta de Chirac a la arena política, se opinaba ayer, va a acentuar la crisis de la mayoría gubernamental. En los medios oficiales no se reaccionó directamente, pero oficiosamente se hizo saber que Chirac se ha equivocado de batalla. Para ganar mañana las legislativas hoy hay que ganar contra la inflación.

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