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Peligroso foco de hepatitis en Arganda del Rey

En Arganda del Rey, a 26 kilómetros de Madrid, hay numerosos casos de hepatitis, enfermedad que requiere un tratamiento médico activo y un riguroso control para prevenir contagios. El hecho es negado por varios médicos del lugar que no informaron a su debido tiempo a la Dirección General de Sanidad aunque la hepatitis tuvo su origen hace ya tiempo. Según algunos de estos doctores, en Arganda del Rey no hay hepatitis. Pero los vecinos del pueblo aseguran que la hay y que esos mismos doctores u otros de Madrid la han diagnosticado. Y sobre todo una realidad: los niños en la cama testimonian que en Arganda sí hay hepatitis.

Tras franquear el paso a nivel que da acceso al pueblo de Arganda a los vehículos procedentes de Madrid, un sanatorio privado de MAPFRE es la primera fuente de datos. Una nota emitida por la Asociación de Vecinos de Arganda asegura que en Arganda del Rey hay cientos de niños hepatíticos. Pero en el sanatorio donde presta sus servicios el doctor Téllez, pediatra del Ambulatorio de la Seguridad Social de la ciudad, asegura que la nota de la Asociación de Vecinos es alarmista:«Ha habido algún caso -asegura- pero como en otros años. Quizás menos. Aquí, en Arganda, somos tres los pediatras y yo. Del 30 por 100 de familias que me corresponden atender, puedo asegurar que no tengo ningún caso. Tuve alguno el año pasado».

La hepatitis es una enfermedad consistente en inflamación del hígado. Si no acarrea secuelas no es grave, pero es molesta por la sintomatología que presenta: fiebre, decaimiento, falta de fuerzas, vómitos y orina de un color especial. El análisis de la sangre detecta la presencia de transaminasas en la sangre. El tratamiento de la enfermedad, que puede durar meses, consiste en reposo en cama, régimen dietético y protección hepática.

Pero lo grave de la cuestión es su capacidad de contagio, Es bien conocido que las transfusiones de sangre son uno de los vehículos de transmisión de una de las modalidades de hepatitis: la sérica (producida por virus IH) mientras hay otra modalidad más específicamente infecciosa que se propaga por vía oral o respiratoria. El doctor Téllez explica que el contagio de la del primer tipo se produce por el acto de inyectar. Por ejemplo, un niño al que se le inyecta un antibiótico puede recibir de la aguja o la jeringa el virus hepatítico de otro niño inyectado anteriormente. La explicación de este hecho quizás radique en el intercambio que se puede producir de elementos sanguíneos entre el enfermo y el sano. Esto se evita en otros países con el empleo en exclusiva de jeringas desechables que se tiran después del uso. «La Seguridad Social debiera imponer este tipo de jeringas en los centros -asegura el doctor Téllez- ya que la ebullición como sistema de desinfección habitual de la jeringa ofrece muchos riesgos. Uno de los más frecuentes es el del virus hepatítico».

Muchos casos

Tras despedirnos hasta el umbral del sanatorio, tanto el doctor como sus acompañantes, y recomendarnos no demos pie al rumor ni al alarmismo, preguntamos a varias mujeres por las calles de Arganda que en gran proporción nos aseguran la existencia de niños enfermos en cama, víctimas de la hepatitis, tanto entre familiares, conocidos, etc.Una de estas personas, propietaria de un establecimiento público, nos cuenta que no quiere que se dé su nombre, si los médicos han dicho que no hay hepatitis «por si hay un mal querer». «Algunas familias tienen hasta dos y tres niños en la cama -dice- y mi hija acaba de pasarla». Enseña los análisis y nos asegura los nombres de los médicos madrileños que atienden a muchos de los enfermos de Arganda. «El doctor de Madrid dijo que con la cantidad de casos que había en Arganda ya había que haber dado parte».

Esto ocurría hace varios meses. La niña de la propietaria del comercio acaba de curar tras tres meses de hepatitis. Dicen que en la tienda han oído comentar más de 30 casos, pero toda su confidencia está teñida de cierto aire clandestino: «tenemos un negocio, vivimos del público. No podemos asegurar las cosas si los médicos dicen que no...»

Uno de los doctores que más casos parece estar tratando de la enfermedad es don Antonio González López Haro, domiciliado en el número 36 de una frecuentada calle de Arganda. Ante su domicilio nadie parece querer abrir la puerta ni dar paso. Al fin un muchacho dice que es amigo de sus hijos, que el doctor está en los toros -ayer eran las fiestas de Nuestra Señora de la Soledad, patrona de la localidad- y que él no sabe nada de eso de la hepatitis.

Ante la insistencia salen otros muchachos, hijo uno de ellos del doctor. «Yo no sé las enfermedades que trata mi padre en su consultorio. No sé nada de la hepatitis». «Pero se dice que ha habido 600 casos en el pueblo -es nuestra pregunta- ¿no habéis oído nada?». «A mi me parece que eso es mucho -salta uno de los chicos-, yo creo que no llegarán ni a 200».

La conversación se interrumpe en este punto porque un hombre adulto, en pijama, presumiblemente el doctor, sale del fondo de una puerta y nos empuja hasta la puerta de la calle cerrándola violentamente contra nosotros.

Hospitales de Madrid

Al parecer, según nos van contando viandantes interrogados, muchas familias con niños hepatíticos los llevan a Madrid a tratarse. La Paz, el Hospital del Rey y otros sanatorios madrileños son frecuentes lugares donde se están tratando los enfermos hepatíticos de Arganda.Algunas familias sufren la desgracia en su versión múltiple. Una de ellas ha visto padecer la enfermedad a cuatro hijos. Pablo, el más pequeño, de 6 años, la pasó en Nochebuena y ya está curado. José Antonio, 7 años, Victoria, 10 años y Mariano, de 12, la están pasando ahora. Los chicos describen sus síntomas desde la cama mientras les hacemos las fotos: «yo empecé devolviendo», «yo hacía pis como pepsicola», «a mí me dolía mucho la cabeza y devolvía». Estos niños, como otros muchos de Arganda, sufren en sus camas una enfermedad silenciada cuya amplitud y consecuencias reales permanecen ignoradas merced a la política local de negación de los hechos para no tener que afrontarlos.

«El jefe provincial de Sanidad de Madrid, señor Turégano, no sabía nada de la cuestión -nos dice el presidente de la Asociación de Vecinos de Arganda del Rey, Pedro Diez Abezabal-. El dijo que no tenía noticias. Una comisión acaba de venir a investigar», aunque según miembros de la Asociación de Vecinos la investigación no ha sido amplia ni profunda y se han limitado a unas pocas consultas.

Se atribuye la infección generalizada a las aguas aunque en esta cuestión sólo cábalas e hipótesis hay hasta la fecha. «La cuenca del Tajo, según nos contó el señor Turégano, está muy mal -prosigue, el presidente de los vecinos-. El propio jefe provincial nos aseguró que toma las verduras con unas gotas de lejía». El agua de Arganda viene de un arroyo donde abundan las ratas y en cuya misma cuenca hay vertederos de basuras que posiblemente aporten sus contenidos, mediante las lluvias, al arroyo. «Pero todo esto debieran venir a investigarlo los científicos», nos dice Pedro Díez.

Nos marcharemos de Arganda al anochecer, hacia Madrid, no sin enterarnos que hoy por la mañana, al parecer, se va a efectuar una donación de sangre, vehículo principal de la transmisión hepatítica, que quizás transmita el silenciado virus a otros españoles de otras localidades.

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