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Libano: la batalla final

Druzos y maronitas (cristianos) del Líbano se preparan para lo que el líder izquierdista, Kamal Jumblatt califica ya de «batalla final y decisiva de la Montaña». Los Estados árabes vecinos, que han propiciado más de medio centenar de ineficaces altos el fuego, que proponen la convocatoria de una «cumbre» ahora, podrían llegar tarde una vez más al nuevo estallido de violencia que se prepara.Vista desde lejos, la guerra civil libanesa parece una pesadilla que nos retrotrae a los tiempos de la formación de las nacionalidades en Oriente Medio. En 1842 y 1845, cuando la Montaña libanesa formaba parte del imperio turco, maronitas y druzos protagonizaron uno de los enfrentamientos carniceros típicos de aquellos tiempos.

Desde esas remotas fechas, druzos y maronitas también comparten el reducido «espacio vital» de la Montaña. Los turcos, que no habían logrado dominar esas zonas agrestes, jugaron la carta de la división confesional para enfrentar a los unos contra los otros.

Hoy las espadas han sido sustituidas por cañones de 153 milímetros, morteros, cohetes, y un variadísimo arsenal, lo único que ya no escasea en el Líbano. La izquierda libanesa ha rechazado las proposiciones fórmuladas por Damasco para constituir un comité superior de cese al fuego, porque éstas han sido formuladas cuando las tropas sirias ocupan la tercera parte del país.

La lucha ha llevado a los unos y los otros a sus posiciones ancestrales. Ahora la guerra no es de religión, sino por eliminar del Líbano el capitalismo feroz de los cristianos que controlan el poder. Eso no le priva de un cierto carácter apocalíptico. Nadie parece estar en condiciones de parar un enfrentamiento inútil en el que ya todos han perdido.

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