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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Los anónimos

En mi ya larga vida de articulista, la verdad es que he recibido y recibo muchas cartas, en su mayoría partidarias. Pero he aquí que de vez en vez sale un anónimo, y ya se sabe que los anónimos son siempre amenazantes, iracundos, apocalípticos y un poco asesinos. Ahora menudean más los anónimos.Otros escritores, cuando les amenazan de palabra o por escrito, se alarman y llaman a la policía y a los periódicos. Están en su derecho y hacen bien. Buero Vallejo y Cela fueron las últimas víctimas. También el lírico y quebradizo Antonio Gala. Una vez me dijo Antonio Buero:

-Mira, Umbral, una de las razones por las que hay que aceptar la Academia es porque, en esta peligrosa sociedad española, la Academia puede constituir una defensa contra ciertos peligros. Una pequeña defensa.

Cuando le amenazaron por teléforio, recientemente, yo le dije:

-Antonio, ya ves que ni así.

Ni de académico. La medalla de acadérnico, como la estrella de sheriff en el Oeste, no es necesariamente una garantía de inmunidad. De modo que yo, que además no tengo esa medalla, estoy en cueros vivos frente al protervo redactor de anónimos. Así que he decidido hacer con los anónimos un artículo. Es la manera de sacarles unas pesetas, cuando menos, a los eternos amenazadores.

-Cuidado. que les está usted provocando.

-No creo. A ellos lo que les pone locos es que saquemos el nombre de Camacho en negrita, aquí, en las crónicas.

¿Yqué le dicen de Camacho?

Ultimamente me decían que Camacho tiene televisión en color a costa de los obreritos a quienes explota. Pero Camacho no tiene Pal ni Secam, ni siquiera lo tengo yo, que soy un escritor burgués. El oro de Moscú sólo me ha dado, hasta ahora, para un transistor, que no me gusta perderme La Hora Veinticinco, que José María García mete caña y arrea estopa que es una belleza. Tengo que preguntarle a José María García, hombre. si él recibe anónimos.

-,Y qué más?

-Pues también suelen llamarme Judas y vendepatrias. O sea que soy una especie de charnarilero de las esencias. De un tiempo a esta parte, todas las mañanas me veo en el espejo cara de vendepatrias, al afeitarme.

A ustedes les parecerá, por esta crónica, que me estoy tomando a cachondeo los anónimos, pero no es verdad. Porque, frente a tanta correspondencia halagüeña y tanta señorita de Missouri que quierehacerle a uno una tesis sobre la influencia de Homero en mi visión de Madrid, conviene de vez en vez el varapalo de] anónimo Decia Menéndez Pelayo que los enemigos del escritor no son sino admiradores inversos. 0 sea, un amor que se ha vuelto odio.

-¿Como en el matrimonio?

-Eso es. Como en el matrimomio, pero sin mesilla de noche.

Una vez me dijo Jean Cocteau, cuando vino a Madrid yyo era un niño tal que así:

-Lo que los demás rechazan de ti, cultívalo. Ese eres tú.

De modo que estudio con atención los anónimos y gracias a ellos ya sé que soy un vendepatrias, un rojo, un Judas, un anarquista, un proxeneta y una especie de Cristina Keiler (aquella que salía con Profumo, si ustedes se recuerdan), pero en español macho.

Los anónimos. con toda su torpeza avilantez, falta de ortografía moral y mala caligrafía política, no dejan de ser como el espejo de Blancanieves.

Espejito, espejito, ¿quién es la más aguapa del periodismo nacional?

Y el espejito del anónimo me dice que no soy yo, como la inadrastra. Que yo soy una inadrastra vendepatrias. El anónimo es siempre nuestro retrato de Dorian Gray. No lo que somos, pero sí lo que podriamos ser. O sea. un aviso. Con toda su torpeza N,, pigricia, el anónimo nos indica, por contraste y sin querer, que estamos en el huen camino. Aunque, de vez en vez. nos disparen un anónimo. O un tiro.

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