"Chispas" y "Burbujas", frente a frente en los Estados Unidos
El mero hecho de tomarse un refresco en los Estados Unidos puede ser, desde ahora, una especie de opción política. El sistema bipartidista norteamericano parece tener su reflejo en las dos más importantes marcas de refrescos y, según todos los indicios, la Pepsi-Cola es una bebida republicana, mientras que la Coca-Cola es la preferida de los demócratas.De acuerdo con una información aparecida en el diario Chicago Sun, la estrecha amistad que une al presidente de la compañía Pepsi-Cola con el ex presidente Nixon sólo es comparable con la existente entre el presidente de la Coca-Cola y el candidato demócrata, Jimmy Carter,
El presidente de la Pepsi-Cola, Donald M. Kendall, estuvo vinculado amistosamente con Nixon desde 1959. En esa fecha, el entonces vicepresidente con Eisenhower, condujo a Nikita Krushchev hasta el stand de la Pepsi, en una feria comercial de Moscú. La foto del dirigente soviético en el pabellón de Pepsi-Cola fue utilizada como publicidad por la compañía y, según el Chicago Sun, sirvió para asegurar a Kendall en su puesto, que entonces estaba en peligro.
Cuando, en 1973, la Pepsi-Cola ganó la exclusiva pra vender durante cuatro años en el mercado soviético, Nixon acababa de iniciar su segundo mandato como presidente de los Estados Unidos. Esta exclusiva de la Pepsi en Rusia podría verse rota en los próximos meses y hasta hay quien asegura que la Coca-Cola conseguirá, como ya hizo en Montreal, ser el único refresco vendido en los próximos Juegos Olímpicos, que se realizarán en Moscú, en 1980.
Nixon-Pepsi, y otras burbujas
Kendall contribuyó ampliamente a los fondos de las campañas electorales de Richard Nixon, y las oficinas d e la Pepsi - Cola en todo el mundo sirvieron de cuartel general de la campaña de Nixon. Cuando el ex presidente fue amenazado con el impeachment, Kendall encabezó un comité que intentó salvarle. El presidente de la Pepsi-Cola perteneció también al comité de financiación de la campaña electoral de Ford.En el otro bando, el presidente de la compañía Coca-Cola, J. Paul Austin es un buen amigo de Jimmy Carter y se encontraba entre los hombres de negocios que el candidato demócrata invitó a almorzar en el «Club 21» de Nueva York hace unos días para informarles de sus proyectos en política fiscal.
Carter y Austin se conocen sólo desde 1970 y, en principio, el directivo de la Coca-Cola no le apoyó en su campaña para gobernador de Georgia. Más tarde, sin embargo, Austin se pasó al bando de Carter tras observar la gestión de éste en su estado y contribuyó con fondos para su campaña presidencial.
El Chicago Sun señala otros puntos de contacto entre las compañías de refrescos y los políticos. Por ejemplo, Kendall ordenó en 1962,que los asuntos legales de la Pepsi-Cola fueran llevados por el despacho de abogados de Nixon, en Nueva York. Por otra parte, en Atlanta, capital del estado de Georgia, el despacho de abogados que se ocupa de los asuntos de la Coca-Cola es el de Charles Kirbo, uno de los principales consejeros de Jimmy Carter. En Washington, la asesoría legal de la Coca-Cola corre a cargo de la firma de abogados Williams, Connolly y Califano. Williams es el tesorero del Partido Demócrata y Califano ocupó un importante puesto en el staff de la Casa Blanca con Lyndon Johnson, y su nombre fue citado por Carter como miembro importante de la futura administración demócrata.
Por último, un alto ejecutivo de Coca-Cola, recientemente fallecido, James A. Farley, había ocupado un puesto clave en la Administración demócrata de Franklin D. Roosevelt. Farley no creía que fuera casual el hecho de que los soviéticos concedieran la exclusiva de su mercado a la Pepsi-Cola y dijo en una ocasión que «no hay duda de que Nixon jugó algún papel».
En cualquier casa, las preferencias parecen claramente establecidas: los demócratas se inclinan hacia la Coca y los republicanos hacia la Pepsi. Burbujas politizadas para un año electoral.
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