La URSS no se ha retirado
, La amenaza de la URSS de retirarse de los Juegos no se ha cumplido. Para ayer sábado por la mañana se esperaba la decisión soviética de renunciar a la participación a causa del asilo político que Canadá está dispuesto a conceder al saltador de trampolín Sergei Nemtsanov, pero el hecho no se ha producido. La desaparición del deportista de la Villa Olímpica ha sido interpretada como el secuestro de un menor de edad.Las autoridades deportivas soviéticas se han irritado con las aut6ridades políticas canadienses a costa del asilo político solicitado por Sergei Nemtsanov. El vicepresidente del Comité Olímpico de aquél país, Vitali Smirnov, anunció el viernes por la noche la posibilidad de que su representación se retirase. En la mañana del sábado no se ha producido la retirada y en las competiciones han tomado parte los soviéticos. Smirnov dijo que la desaparición de Nemtsanov podía entenderse como el secuestro de un menor de edad y que ello formaba parte de la serie de hechos producidos con la única intención de molestar y hacer incómoda la estancia a los atletas.
Efectivamente los soviéticos se han encontrado con alguna protesta inesperada. Los ucranianos de este país quemaron una bandera roja a la salida del Estadio Olímpico y durante un encuentro de fútbol un muchacho ucraniano saltó al césped con la bandera de su república. La campaña de provocación tampoco ha sido cosa del otro jueves, pero es cierto que la URSS ha tenido que soportar algún acto aislado poco grato.
Un portavoz del departamento de inmigración de Canadá ha manifestado que Nemtsanov no está en manos de la policía. Se encuentra en un lugar del oeste del país acompañado por un amigo canadiense. Según las autoridades de inmigración el deportista soviético tiene permiso para estar en Canadá hasta final de mes y nadie puede tomar en su contra una medida de fuerza. Las autoridades canadienses se niegan a llevar al muchacho hasta el pabellón de la URSS.
La respuesta más radical al tema ha sido ésta: «No podemos violar las leyes canadienses para complacer a los rusos». Las gestiones del embajador soviético ante el ministro de Inmigración no han surtido efecto alguno.
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